LACTANCIA MATERNA: LOS MÚLTIPLES BENEFICIOS DE AMAMANTAR
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.92Son muchas las razones por las que es bueno amamantar a tu bebé. Ningún alimento es mejor para el pequeño que la leche materna, ya que contiene todos los nutrientes que tu hijo requiere, está siempre lista y a la temperatura adecuada. Además, la leche materna se considera un “tejido vivo”, y a medida que nuestro hijo va creciendo, la leche va cambiando y se va adecuando a sus necesidades.
Alimentar a tu bebé con el pecho también lo protegerá de enfermedades. Será menos probable que tenga problemas respiratorios, digestivos, otitis o alergias y, en caso de padecerlos, serán mucho más leves. Esto es porque la leche materna mantiene en óptimas condiciones el sistema de defensas de tu bebé. Y no solo eso, también favorece la calcificación de sus dientes y estimula un buen desarrollo facial. Además, será más activo, tendrá un mejor desarrollo psicomotor y una mayor capacidad de aprendizaje. Y, por si fuera poco, tendrá un menor riesgo de desarrollar obesidad.
La experiencia de ser amamantado le facilita a tu hijo ganar y desarrollar apego temprano, lo que le da confianza, consuelo y seguridad. Esta estrecha relación que el niño establece con su madre, le ayudará en sus relaciones sociales en el futuro ya que le entrega fortalezas psicológicas para explorar y conocer el mundo con más confianza.
¿Y las ventajas para la mamá?
Además de los beneficios para el bebé, para ti, mamá, dar pecho tiene también muchas y grandes ventajas:
- Te ayuda a recuperar el peso que tenías antes del embarazo. Se calcula que si das pecho exclusivo, quemarás unas 500 calorías diarias.
- La lactancia inhibe la ovulación, por lo que disminuiría la probabilidad de embarazo pronto. Además, el retraso de la menstruación te ayuda a disminuir la pérdida de hierro, por lo que tendrás menos riesgo de padecer anemia.
- Mejora el proceso de apego con tu bebé y reduce los niveles de estrés gracias a la producción de unas hormonas llamadas oxitocina y prolactina.
- Al estar la leche siempre disponible y con la temperatura adecuada, facilita tus rutinas diarias, permitiéndote tener más tiempo para el resto de la familia, amigos y para ti.
- Te protege contra la osteoporosis, el cáncer de mama y de ovario
¿Cómo empezar a dar el pecho?
Piel con piel. Es importante que el recién nacido sea colocado encima de su madre, sin interrupciones ni interferencias, tan pronto nazca y al menos hasta que el bebé haya hecho la primera toma de pecho, e idealmente durante todo el tiempo que madre e hijo deseen.
El recién nacido tiene reflejos y capacidades innatas. Si lo colocamos boca abajo sobre el abdomen de la mamá, gracias a sus sentidos (sobre todo el tacto y el olfato), y a sus reflejos, es capaz de llegar por sí solo al pecho materno. Irá reptando hasta él, lo olerá, lo tocará con las manos y la boca y, finalmente, será capaz de agarrarse al pecho con la boca totalmente abierta, abarcando el pezón y gran parte de la areola.
Cuando recién nace, el bebé tiene una fase de unas dos horas en las que se encuentra muy despierto y activo. En este período la mayoría de los bebés consigue realizar su primera toma al pecho espontáneamente. Después, pasan a una fase de sueño que puede durar entre 8 y 12 horas. Durante esta fase, no es conveniente forzar al bebé a alimentarse y lo que conviene es ofrecerle suavemente el pecho si ya han pasado más de tres a cuatro horas sin despertar.
A partir del primer día de vida lo habitual es que el lactante mame frecuentemente, unas 8-12 veces al día, o más. Las tomas suelen ser irregulares y más frecuentes por la noche. Sin embargo, algunos lactantes continúan muy adormilados, piden poco y maman menos de lo que necesitan. En estos casos conviene colocarlos en contacto piel con piel, lo que ayuda a que respondan al olor de la madre y mamen de forma espontánea. En ocasiones, puede ser necesario ayudarlos a despertarse mudándolos, dándoles un masaje en la planta de los pies o con una suave caricia en la espalda de abajo a arriba.
La famosa “libre demanda”
Es importante ofrecer el pecho siempre que el bebé lo requiera y todo el tiempo que necesite. De esa manera estaremos seguros de que recibe todo lo que necesita, unas veces será alimento, otras calor, cariño o sensación de protección. El principal estímulo para la producción de leche es la succión del niño y el vaciado del pecho. Por ello, cuantas más veces mame, más cantidad de leche se producirá.
La leche no se gasta, por el contrario, cuanta más toma el bebé, más produce la madre. Los signos más precoces de hambre son el cabeceo, sacar la lengua, llevarse las manos a la boca... Ese es el momento ideal para ponerlo a mamar. No es bueno esperar a que llore para ponerlo al pecho, ya que el llanto es un signo tardío de hambre y puede no ser fácil que se agarre al pecho hasta que se haya tranquilizado.
El recién nacido sano que mama adecuadamente y a libre demanda, no necesita otros líquidos diferentes a la leche materna. De hecho, no es necesario ni recomendable ofrecerles otros líquidos, salvo después de los 6 meses, si así lo recomienda el pediatra.
Dar pecho no duele: asegura que tu bebé consiga un buen agarre
Si el bebé está bien agarrado, la lactancia no duele. La mayoría de los problemas se deben a errores en la técnica de lactancia, por una posición inadecuada, un agarre incorrecto o una combinación de ambos. Una buena técnica de lactancia evita la aparición de complicaciones como grietas y dolor, vacía correctamente el pecho y permite una producción de leche adecuada para cada bebé.
Para lograr un buen agarre es importante que todo el cuerpo del bebé esté enfrentado a la madre, y que al abrir la boca introduzca gran parte de la areola, especialmente por la parte inferior (donde tiene la barbilla) para que al mover activamente la lengua y hacer presión no lesione el pezón. Los signos que nos indicarán un buen agarre son: que el mentón del bebé toca el pecho, que la boca está bien abierta, el labio inferior está hacia fuera y las mejillas estén redondas o aplanadas (no hundidas) cuando succiona. Además, se tiene que ver más areola por encima de la boca que por debajo.
De la lactancia al alimento sólido
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva (es decir, sin agregar agua, jugos o fórmulas lácteas), hasta los 6 meses de edad y complementarla con una alimentación no láctea adecuada, hasta los dos años de edad o más. Ahora bien, madre y bebé deben decidir hasta cuando mantener la lactancia. Dar el pecho más allá de los dos años de edad del lactante, aunque es poco frecuente, puede seguir siendo beneficioso para ambos.
A partir de los 5 a 6 meses, la mayoría de los lactantes se mantienen sentados con ayuda, empiezan a mostrar interés por otros alimentos, son capaces de expresar con gestos el hambre y la saciedad y han perdido el reflejo que les hace echar productos más enteros fuera de la boca. Todo ello indica que el bebé está preparado para tomar otros alimentos. Por otra parte, a partir del sexto mes, los bebés empiezan a necesitar más de algunos nutrientes, que empiezan a quedar insuficientes solo con el que contiene la leche materna, y por eso se recomienda complementarla con otros alimentos, pero la alimentación básica del lactante sigue siendo la leche materna. Es aconsejable ofrecer al principio cantidades pequeñas y poco a poco ir aumentándola.
Sigue las recomendaciones de tu pediatra para ir introduciendo los alimentos nuevos, especialmente si hay antecedentes de alergias, para ir ofreciendo gradualmente los alimentos habituales en la mesa familiar, incorporando a tu niño a una dieta sana y variada.
El papá y la lactancia
Aunque solo la madre puede dar el pecho, la contribución del padre es muy importante. Es aconsejable que ambos, papá y mamá, tengan información sobre la lactancia y el comportamiento del recién nacido, así es que pregunta tus dudas al equipo de salud en los controles que hagas con tu hijo. Durante los primeros días muchas mujeres tienen dudas sobre su capacidad de dar pecho. El apoyo emocional que hace el padre, o la pareja, en estos momentos, es fundamental para dar confianza y contener a la madre, así como también para asumir más labores en el hogar.
El papá puede ocuparse de algunas tareas domésticas, del cuidado de los otros hijos, de cambiar pañales, bañar al bebé, sostenerlo, tranquilizarlo o disfrutar del contacto piel con piel con el bebé mientras la mamá descansa. Esto último suele ser muy placentero para ambos y permite establecer y fortalecer importantes vínculos emocionales para toda la vida entre padre e hijo o hija.
El papá también juega un papel importante como filtro o amortiguador de los comentarios torpes o negativos que, habitualmente sin mala intención, hacen otras personas y que a veces pueden dañar la confianza de la madre en sus propias capacidades. También, puede ocuparse de las visitas que en ocasiones cansan a la madre durante los primeros días, asegurando la tranquilidad, intimidad y confort que toda mamá amamantando necesita.
¡A disfrutar esta bonita etapa de la vida!