¿CÓMO ENFRENTAR EL PRIMER AMOR DE NUESTROS HIJOS E HIJAS?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.75Como papás y mamás, nos cuesta asumir que nuestros hijos crecen. Ante la noticia de que nuestro pequeño o pequeña se ha enamorado, sentimos que hemos perdido una parte de ellos y la mayoría de veces, pensamos que no están preparados para entablar relaciones amorosas. Esta resistencia de los padres se debe, fundamentalmente, al miedo a que sufran por amor, a que sean influidos negativamente por esa relación y/o al temor del inicio de las relaciones sexuales y los riesgos que ello conlleva... Pero, sobre todo, el miedo al nido vacío. Que un hijo se enamore es un indicador clarísimo de que ha crecido, y algunos padres lo asocian con que pronto pasarán más tiempo fuera de la casa y, en un plazo variable, abandonará el hogar. Esa vivencia, en lugar de llenar de alegría, provoca ansiedad y angustia en muchos progenitores.
La mayoría de los adolescentes han tenido desengaños amorosos, pero prácticamente todos superan esta fase sin demasiados problemas. El amor es el descubrimiento de nuevas sensaciones, sentimientos y experiencias, por lo general positivas. Pero ante el primer amor, muchos padres comienzan a plantearse la sexualidad de sus hijos y se inquietan con la posibilidad de embarazos no deseados y riesgos indeseables. Entonces será el momento, si no se ha hecho antes, de hablar de sexo abiertamente, sin apabullamientos ni saturaciones.
Lo cierto es que, cualquiera sea la edad de los hijos, a los padres siempre les parece que aún es pronto para que tengan pareja, o que no es el momento oportuno por la interferencia con los estudios, los amigos, los proyectos, etc. El miedo limita y condiciona mucho. Pero con miedo o sin él, angustiados o no, los padres tienen que asumir que una de sus tareas vitales cuando los hijos se hacen adolescentes es la de facilitar y guiar la autonomía y el crecimiento que necesitan y van adquiriendo.
Pautas e ideas para reflexionar
* Prepararse para cuando suceda. La mayoría de los padres no tienen en cuenta que un día su hijo o hija tendrá su primera relación amorosa. Es bueno empezar a pensar en ello cuando tienen entre 11 y 13 años, y conversarlo.
* Actuar siempre con naturalidad. No tomar actitudes de extrañeza, de miedo o de incomprensión. Lo que más necesitan nuestros hijos es la aceptación de sus sentimientos y emociones, que corresponden a una edad en la cual ya están capacitados para ensayar las sensaciones amorosas.
* No obsesionarse con la comunicación. Habitualmente, los padres de los adolescentes están obsesionados con la comunicación e insisten en saberlo todo, pero lo normal es que cuando los hijos empiecen su primera relación ni se enteren. No pretendan que les cuenten todo, solo fíjense en las señales que dejan para saber en qué están las cosas... o si éstas van bien o mal.
* Promover el respeto y fomentar la confianza. El respeto siempre es necesario e imprescindible para unas buenas relaciones. La confianza crece con la base del respeto y cuando se generan espacios de diálogo y comunicación. Promueve con el ejemplo, de manera que tu hijo o hija sean un compañero y amigo para su pareja.
* No juzgar. Con mucha frecuencia, lo primero que se hace al saber que el adolescente tiene su primera relación es juzgar, dar nuestro parecer, opinar, calificar, valorar, aconsejar precipitadamente o pronunciarnos sobre si es la persona adecuada o no. No obstante, lo primero que deberemos aprender es no dejar nuestro peculiar rastro de adulto sabelotodo, sino aceptar los primeros deseos de nuestro hijo o hija indagando elementos que nos orienten a saber si es feliz o no.
* No preguntar excesivamente. Ante tal situación de sorpresa y desconocimiento sobre la decisión tomada, a veces los padres empiezan un serio e intimidatorio interrogatorio. Existen muchas maneras de conocer lo que piensa nuestro hijo sin prácticamente preguntar, solamente interesándonos, mostrando nuestro apoyo y manteniendo una conversación intrascendente que nos permita observar o percatarnos de cómo va todo. Sus señales no verbales son más elocuentes que los que nos relate.
* Mantener los puentes de diálogo abiertos. Si hemos sabido criarlos en la niñez, en la adolescencia y con las relaciones amorosas tan solo los tenemos que dejar abiertos, intentando que nada la trunque, esa comunicación ya establecida.
* No desacreditar ni despreciar a la pareja elegida; tampoco negar la relación ni ridiculizarla. Debemos aceptar las decisiones que el o la adolescente empiece a tomar en su vida. Por ello, pese a que no nos guste demasiado el tipo de persona elegida, deberemos mostrar aceptación y conformidad (prohibir una relación es hacerla más atrayente).
* Expresar opiniones con prudencia y delicadeza. Siempre habrá alguna ocasión en la que tendremos que pronunciarnos sobre algún aspecto de la relación. Es preferible la prudencia y la delicadeza, porque no es a nosotros a quienes nos ha de gustar la pareja de nuestros hijos, sino a ellos. Muchas veces, la verdad dicha sin delicadeza ni cariño, se transforma en un insulto.
* Establecer relaciones saludables con otros padres y madres. Conversar con otras personas que pasan por parecidas situaciones nos permitirá obtener nuevas referencias, ideas o reflexiones.
* Tratar a la pareja como un amigo(a), no más. Es aconsejable vincularse con la pareja en la misma medida que lo hace nuestro hijo o hija, no más. Igualmente sucederá en una posible ruptura.