PRIMERA MUJER MÉDICO DE AMÉRICA DEL SUR
(SOCHIPE)Eloísa Díaz Insunza (25 de junio 1866 - 1 de noviembre 1950)
La creación de la Universidad de Chile en 1842, significó un desarrollo fundamental en educación y en la formación de profesionales en el país. No obstante, el acceso a la enseñanza universitaria estuvo vedado para la población femenina la mayor parte del siglo XIX. La mujer estaba destinada a permanecer “recluída” en el hogar, restringiéndose su futuro a convertirse en sacrificada y amante esposa, y en una abnegada madre. Las posibilidades de acceder a una educación profesional se encontraban limitadas por ley, la cual no permitía el acceso de la mujer a la universidad al no poder rendir las pruebas de bachillerato.
El 6 de febrero de 1877 fue promulgado el llamado “Decreto Amunátegui”, que permitía a la mujer continuar estudiando en un liceo y la facultaba para la obtención de grados y títulos profesionales universitarios. El nombre de este Decreto se refiere al del Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno del Presidente de la República Sr. Aníbal Pinto, Miguel Luis Amunátegui, quien luchó fuertemente por su promulgación, basado en tres argumentos fundamentales: el beneficio que significaba la motivación en la mujer de continuar sus estudios, la enraizada creencia de que las mujeres poseían ventajas naturales para ejercer algunos oficios relacionados con la asistencia a otras personas, y la importancia de proporcionar los instrumentos necesarios para que las mujeres que no contaran con el apoyo de su familia, tuvieran la posibilidad de generar su propio sustento. El decreto también estipulaba que las mujeres que aspiraban obtener títulos profesionales debían rendir exámenes válidos bajo las mismas condiciones a las que estaban sometidos los hombres.
Eloísa Díaz nació en Santiago, en el hogar de Eulogio Díaz Varas y Carmela Insunza. Cursó preparatoria en el Colegio de Primeras Letras de Dolores Cabrera de Martínez y sus humanidades en el Liceo de Isabel Le Brun de Pinochet, egresando de éste en 1877, precisamente el año del “Decreto Amunátegui”. Cabe destacar que durante la década de 1870 la prensa dio a conocer las solicitudes de las directoras de colegios secundarios femeninos, Antonia Tarragó (quien fundó en 1864 el primer colegio privado para niñas) e Isabel Le Brun, por validar los exámenes de sus alumnas ante comisiones universitarias, creando un ambiente público de debate. Aprovechando esta coyuntura histórica y social, rindió exámenes de bachiller el 22 de abril de 1881, a la edad de 15 años. Las materias sorteadas fueron Historia de Chile y América, y entre los examinadores se encontraba el connotado historiador Diego Barros Arana. En la sala contigua esperaban los resultados el Ministro Amunátegui y el Rector de la Universidad de Chile, Ignacio Domeyko. Al término de la sesión y habiendo aprobado por unanimidad los exámenes, recibió de manos de Amunátegui y Domeyko su grado de Bachiller en Filosofía y Humanidades, ingresando así a la escuela de Medicina de la Universidad de Chile.
“Por primera vez en Chile, figuraba entre los aspirantes al Bachillerato en Humanidades una estudiante de sexo femenino y tanto la novedad del hecho como la curiosidad despertada… habían atraído a una numerosa concurrencia a la sala de exámenes”, publicó al día siguiente el diario “El Ferrocarril”.
Recibió el grado de licenciada en Medicina y Farmacia el 27 de diciembre de 1886.
El 3 de enero 1887 recibió el título de Doctora en Medicina y Cirugía de manos del entonces Presidente de la República Sr. José Manuel Balmaceda, mediante la tesis “Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena y las predisposiciones patológicas del sexo,” cuyas estadísticas fueron investigadas en 16.439 casos de enfermedades comunes en el Hospital San Borja y que, entre otros aportes, concluye que las niñas de Santiago tenían su menarquia en ese entonces, a los 16 años. En la introducción de esta memoria de título, la misma Eloísa Díaz da a conocer sus sentimientos respecto de lo que le tocó vivir por esos años: “Vedado estaba para la mujer chilena franquear el umbral sagrado del augusto templo de la ciencia. La ley se oponía a ello cerrándole el paso que conducía a las aulas oficiales en las diversas continuaciones de la enseñanza secundaria y superior. La preocupación social que alguien con epíteto duro, pero indudablemente justo tildaría de añejo, se lo prohibía amenazándola con el duro ceño de su solemne encono y hasta con el cruel dictado de la reprobación condenatoria”. En el acta de grado, y por expresa ordenanza del entonces Rector de la Universidad de Chile, José Hunneus, se anotó que fue la primera mujer en Chile en obtener el título profesional de Médico cirujano. Fue honrada con la publicación de su memoria en los Anales de la Universidad de Chile y en la Revista Médica de Chile.
Hay que recordar que debió vencer los prejuicios sociales de la época, la resistencia de muchos de sus profesores y asistir acompañada de su madre a varias clases. Pero esto, lejos de amilanarla, se constituyó en un estímulo a su desempeño académico, ganando premios en las asignaturas de Anatomía (Primer y Segundo año), Patología General (Tercer año), Patología Interna (Cuarto año), Medicina Legal (Quinto año), Clínica Interna y Obstetricia, en el último año de la carrera. Ese año solo dos países contaron con mujeres médicos: Inglaterra y Estados Unidos.
En esa época, en Chile no existía ningún colegio femenino de enseñanza secundaria a cargo del Estado. El primero de ellos se fundó recién en 1891, en Valparaíso. Para entender lo que significa el título universitario de Eloísa Díaz es necesario destacar que durante toda la década de los noventa, solo diez mujeres en Chile alcanzaron esta distinción.
Actividades profesionales
Inició su práctica profesional como ayudante en la Clínica de Ginecología del Prof. Dr. Roberto Moericke, entre 1888 y 1890, en el Hospital San Borja, integrándose como parte de la planta profesional desde enero de 1991. Al mismo tiempo, en 1889, ejercía como profesora y médico de la Escuela Normal de Preceptoras del sur, ingresando en reemplazo del Dr. Florencio Middlenton, donde permaneció hasta 1897. Desde este sitial analizó las condiciones higiénicas de los colegios del país, convirtiéndose en una experta en el ramo. Estos conocimientos le permitieron elaborar y publicar un Estudio sobre la Higiene de las Escuelas Públicas y en 1898 convertirse en Inspector Médico Escolar de Santiago, y más tarde asumir el cargo a nivel nacional, ejerciéndolo durante 30 años. Desde este puesto impulsó reformas como la creación del Servicio Médico Dental en las Escuelas, fundó Jardines Infantiles, implementó Policlínicas dirigidas a las personas de menores recursos e impulsó Colonias Escolares gratuitas.
En el ámbito intelectual participó en numerosos congresos. Es la única mujer inscrita en el Primer Congreso Médico Chileno, desarrollado en la Universidad de Chile en 1889, donde participaron 246 profesionales. En 1901, expuso brillantemente sus ideas en el Congreso Médico Latinoamericano realizado en Santiago, respecto de la Sanidad e Higiene Escolar, lo que le valió merecidos aplausos. En 1904, concurrió al Congreso Latinoamericano que se desarrollaba en Buenos Aires, con un trabajo titulado: Disquisiciones sobre higiene escolar en Chile. Dos años después publicaba en el Anuario del Ministerio de Instrucción Pública un interesante artículo sobre La alimentación de los niños pobres en las escuelas públicas.
En 1910, integró la delegación chilena que concurrió al Congreso Científico Internacional de Medicina e Higiene de Buenos Aires, donde fue elegida Secretaria de una de las secciones. Asimismo, fue relatora del tema "El niño débil normal y organizaciones médico-escolares". En virtud de su trayectoria y aportes, el Congreso Científico la nominó "Mujer Ilustre de América".
En 1911, en medio de la llamada “cuestión social”, se creó el Servicio Médico Escolar de Chile y ella fue su primera directora. En este cargo destacó por impulsar el desayuno escolar obligatorio, financiándolo inicialmente a partir de su propio pecunio, los servicios dentales gratuitos, la vacunación masiva de estudiantes, las colonias de verano y en su lucha contra el raquitismo y la tuberculosis.
También fue integrante de numerosas instituciones científicas y de beneficencia: la Asociación de Señoras contra la tuberculosis, la Liga Nacional de Higiene Social, la Liga contra el Alcoholismo, la Sociedad Científica de Chile, la Sociedad Médica, el Consejo de Instrucción Primaria, el Consejo Nacional de la Mujer (inaugurado el 12 de Octubre de 1918), la Cruz Roja y fue cofundadora de la Sociedad Chilena de Pediatría, entre otras.
La doctora Eloísa Díaz fue pionera en la conquista de una de las principales reivindicaciones para el mundo femenino chileno: el derecho al desarrollo intelectual. Este liderazgo permitirá abrir las puertas a la lucha por prerrogativas políticas y culturales, como fueron el Derecho al Sufragio Universal y los Derechos Sexuales. Estas serán las grandes demandas sociales del movimiento de mujeres que vendría en el Chile del siglo XX.
Se Jubiló en 1925, recibiendo una modesta pensión. Pasó sus últimos días en soledad, pobreza y olvido, y falleció en el Hospital San Vicente de Paul, en Santiago, luego de una larga enfermedad, el 1 de noviembre de 1950, a los 84 años.
La Universidad de Chile, en su nombre, otorga anualmente la Beca de Excelencia Dra. Eloísa Díaz, consistente en la liberación del pago del arancel durante el año de ingreso en la carrera de Medicina. Es financiada con el aporte de un ciudadano británico anónimo y se otorga por resolución de la Vicerrectoría de Asuntos Académicos. La asignación es automática cada marzo. Adicionalmente, el recientemente inaugurado Hospital Clínico Metropolitano de La Florida, lleva su nombre.
Ernestina Pérez Barahona, la segunda mujer
Nació en 1868, en Valparaíso. En 1887 se recibió de médico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, a los 21 años, solo siete días después que Eloísa Díaz. Continuó formándose en Europa, en particular en Alemania, país donde no se aceptaban mujeres en las universidades, restricción que la obligó a asistir a clases separada de los hombres por un biombo.
Manifestó, tempranamente, una preocupación por los problemas de la llamada "higiene social", liderando la lucha contra males como el alcoholismo, la tuberculosis y el cólera, entre otros. No obstante, su mayor interés profesional se concentró en temas relacionados con la salud femenina -se especializó en ginecología, materia en la cual destaca su obra Compendio de Ginecología-, y la puericultura, a través de conferencias y elaboración de manuales. Dedicó su vida a acercar el conocimiento sanitario a las personas, en especial a las mujeres. Testimonio de ello fueron los textos de divulgación que escribió como La Higiene del Corset, Manual de la Enfermera en el Hogar, y el didáctico y hermoso folleto Manual de consejos higiénicos aplicados especialmente a la infancia. Por último, es llamativa su participación en organizaciones femeninas tales como el Círculo de Lectura, el Club de Señoras, la Cruz Roja Chilena y la Asociación de Mujeres Universitarias de Chile, de la cual fue su primera presidenta y donde compartió con profesionales tan notables como Amanda Labarca y Elena Caffarena. Ernestina Pérez murió a los 86 años de edad.