CAMBIO CLIMÁTICO, UNA REALIDAD QUE DEBEMOS CONOCER
(El Estetoscopio)Es evidente que algo está cambiando en todo el mundo. Somos testigos de un giro climático sin precedente, con manifestaciones en lo diario, y con cambios globales profundos, que se mueven lentamente. ¿Son las acciones de la humanidad responsables de este resultado?. En la siguiente entrevista, la Dra. Lydia Tellerías C., Presidenta del Comité de Medio Ambiente de SOCHIPE, y Past President de SOCHIPE, entrega antecedentes para entender esta problemática actual.
¿Qué tan cierto es que estamos viviendo un cambio climático y qué significa en rigor este concepto?
Se refiere a un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial, y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos comparables. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas (Artículo 1, párrafo 2).
Es una modificación del clima, en relación a diferentes parámetros meteorológicos como temperatura y presión atmosférica, precipitaciones, humedad, nubosidad, vientos y otros debido a causas naturales, así como antropogénicas, en relación a un historial en escala regional o global.
Cuando se trata de causas naturales, se denomina variabilidad natural del clima, y se denomina antropogénico cuando el cambio es consecuencia de acciones o hábitos humanos.
No hay duda de que estamos viviendo este cambio, y desde hace mucho tiempo; inicialmente se hablaba del efecto invernadero. Para evaluar estos cambios se realizan modelos computacionales.
Específicamente, ¿a qué se atribuye este cambio?
Por definición se debe a factores humanos. La energía proveniente del sol y de la atmósfera en general se transforma. Una parte de la energía neta se emplea en evaporar agua y activar el ciclo hidrológico. Otra parte es destinada a la generación de nuevos compuestos orgánicos a través de la fotosíntesis. Y la fracción restante es movilizada por la vía de un intercambio de calor y emisión de energía radiante al espacio. Los gases de efecto invernadero tienen la propiedad de absorber parte de la radiación termal emitida por la tierra y reenviarla a la superficie terrestre. Esto altera el balance de energía y provoca que la temperatura de la superficie aumente para dar cuenta del ingreso excedente. Sin considerar al vapor de agua, el dióxido de carbono es el gas invernadero de origen antropogénico más importante.
Más del 80% de las emisiones de este gas proviene del uso de combustibles fósiles, y el resto de procesos derivados del cambio de uso de suelo, en especial la deforestación. Los registros de la estación de Mauna-Loa, en Hawai, indican que la concentración de este gas se ha incrementado de 315 partes por millón, a fines de la década del 50, a cerca de 380 partes por millón en el último año (IPCC, 2007).
Las diversas manifestaciones de este proceso de cambio climático, ¿afectan a la humanidad, a los niños?
Estos cambios no solo afectan la salud de la población, sino que también afectan a la agricultura, recursos forestales, recursos agrícolas, energía y, con todo ello, la calidad de vida de la población.
Como en la mayoría de los procesos, la población más vulnerable son los niños, en especial los más pequeños, recién nacidos, particularmente prematuros, y también las embarazadas.
El 17 de febrero pasado, el Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, Achim Steiner, destacó que los vínculos entre la salud y el medio ambiente son fundamentales. Citó datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indican que el 23% de todas las muertes prematuras en el mundo se puede atribuir a factores ambientales. Entre los niños, la cifra se eleva a 36%.
"Cada año, cerca de 7 millones de personas mueren debido a que están expuestos a la contaminación del aire en interiores y en el exterior, a partir de la generación de energía, cocinas, transporte, hornos industriales, incendios u otras causas", señaló Steiner, agregando que más de dos mil millones de personas viven en zonas con escasez de agua, 1.000 niños mueren cada día por enfermedades transmitidas por el agua y 42 millones de años de vida humana se pierden cada año debido a los desastres naturales.
Hay suficiente evidencia de que la acción internacional para proteger el medio ambiente, puede tener impactos fuertes y positivos sobre la salud humana. Gracias al Protocolo de Montreal, que entró en vigor en 1989, cerca de 100 sustancias que agotan la capa de ozono han sido retiradas de circulación. Debido a este progreso, se evitarán unos dos millones de casos de cáncer de piel antes de 2030. Y la eliminación del plomo de combustible ya está evitando más de 1 millón de muertes prematuras cada año.
El PNUMA está preparando un informe titulado “Ambiente sano, personas sanas”, que explorará precisamente cómo el medio ambiente impacta la salud humana. El reporte, elaborado en asociación con la Organización Mundial de la Salud, la Convención sobre la Diversidad Biológica -de Basilea, de Rotterdam y de Estocolmo-, y el Protocolo de Montreal, será presentado en mayo en Nairobi, Kenia.
En Chile, ¿cuáles son las manifestaciones más notorias del cambio climático?
El IPCC (siglas en inglés para "Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático"), señala algunos de los principales impactos del cambio climático sobre los ecosistemas y la biodiversidad a nivel mundial. Entre los impactos estimados en América Latina por el cambio climático incluye: aumento en la velocidad a la que se pierde la biodiversidad, impactos adversos en bosques, pérdida y retirada de glaciares, e inundaciones y sequías más frecuentes, con inundaciones que aumentan la descarga de sedimentos, causando una degradación de la calidad del agua.
Los ecosistemas de manglares se degradarían o se perderían a una velocidad de 1 a 1.7 % por año debido a la elevación del nivel del mar, lo que reduciría las poblaciones de algunos tipos de peces.
Además, se producirá una modificación de los estilos de vida de los pueblos situados en las montañas, alterando la producción de alimentos y la disponibilidad de recursos acuáticos, así como los hábitats de muchas especies que son importantes para la población indígena.
En Chile, esencialmente y muy resumido, este cambio climático se evidencia en alzas en la temperatura atmosférica, disminución de las precipitaciones, sequías y falta de agua, lo que manifiesta otras alteraciones, como aparición de nuevas enfermedades (virus Zika, por ejemplo).
Considerando lo anterior, ¿se requeriría algún cambio de hábitos alimentarios, de higiene del sueño o de la práctica de actividad física?
Estas medidas de hábitos o conductas, serían una parte de lo que se denomina "adaptación" de la población a este cambio climático, y debe considerarse dentro de las políticas públicas.
El IPCC señala: “Adaptación: corresponde a un ajuste en los sistemas ecológicos, sociales y/o económicos como respuesta a cambios en el clima, ya sea observados o esperados. La adaptación busca disminuir los impactos del cambio climático o sus consecuencias directas, así como también aprovechar oportunidades emergentes”.
A diferencia de la naturaleza, donde la adaptación es únicamente reactiva, las sociedades pueden desarrollar estrategias de anticipación y de reacción en virtud de la información disponible y de la vulnerabilidad de los sectores expuestos.
La adaptación se da a distintos niveles organizacionales. Está constituida por distintas acciones de la sociedad, desde individuos, comunidades y el gobierno, motivadas por distintos factores, tales como la protección del patrimonio ambiental y/o económico y el aumento en el nivel de seguridad (reducción de la vulnerabilidad). La adaptación involucra tanto el diseño e implementación directa de medidas, como también la creación de capacidades de adaptación por la vía de un mayor nivel de conocimiento sobre los riesgos, impactos y medidas disponibles para enfrentar el Cambio Climático.
Las prácticas de adaptación tienen diferencias: escala espacial (local, regional, nacional, global), sector afectado (agrícola, recursos hídricos, energía, y otros.), tipo de acciones preferentes, agentes involucrados y otros.
Existirían tres grupos de acciones básicas sobre las cuales se pueden centrar los planes de adaptación:
El primer grupo corresponde a la reducción de la sensibilidad del sistema frente al cambio climático, por ejemplo, el uso de variedades de cultivos resistentes a sequías.
El segundo grupo aborda la disminución de la exposición del sector o sistema frente al cambio climático. Ejemplo de esto son los programas de traslado de poblaciones desde zonas costeras a zonas ubicadas fuera de peligro del aumento del nivel del mar.
Un tercer grupo está basado en el aumento de la resiliencia de los sistemas. La evidencia empírica muestra que las poblaciones que son más pobres y que exhiben menores niveles de educación tienden a ubicarse en zonas de mayor vulnerabilidad y tener dificultades en implementar medidas de adaptación. La capacitación, los sistemas de alerta temprana y las políticas que mejoran la distribución de los recursos en la población tienden a favorecer la capacidad de los individuos de reaccionar frente a eventos climáticos desfavorables.