POR UN VERANO SIN PROBLEMAS… VACACIONES: ¡VIAJES Y SEGURIDAD!
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.99El verano es tiempo de un merecido descanso y abre muchas posibilidades de entretención, crecimiento y desarrollo para todos, especialmente niños y jóvenes. Es un período de vacaciones, que fija su comienzo pasadas las fiestas de fin de año, y culmina en marzo, cuando hay que regresar a clases.
Durante estos meses de verano, niños y adolescentes viven el mundo de otra manera, sin la rigidez de los horarios y deberes escolares, a veces con la opción que implica salir con la familia de algún amigo o compañero, donde no siempre rigen las mismas normas conductuales de la propia familia; como sea, cada jornada es como un pequeño fin de semana, no hay una rutina definida y se vive el día a día sin la certeza de lo que nos deparará cada atardecer. Cada familia debe saber adaptar estos tiempos de flexibilidad y aprovecharlos, generando instancias de mayor unión, compartiendo tiempos y espacios de relajo, saliendo “como familia” de la fuerte rutina del año, con visitas a lugares diferentes, entretenidos y donde se puedan realizar actividades en conjunto.
Las vacaciones son la época propicia para que orientemos a nuestros hijos en el desarrollo de autocontrol de su conducta ante situaciones de mayor flexibilidad, en que nuestros hijos pueden trabajar en ser los dueños de su propio destino. La flexibilidad no implica que una norma deje de cumplirse, sino que puede haber mayor facilidad para las excepciones. Si bien es bueno modificar ciertas rutinas, ésta debe de cierta forma mantenerse, enseñando que esto se da en un período del año especial, en circunstancias especiales, de lo contrario será muy difícil la readaptación del niño cuando vuelva al colegio en marzo, y se le vuelvan a exigir horarios, entre otras cosas. Ser flexibles, pero siempre dentro de márgenes acotados, permitirá a los padres no agotarse en el intento de mantener reglas que pueden no adecuarse al período de vacaciones, donde indudablemente algunas cosas son distintas. Pero, al mismo tiempo, servirá para que los niños y adolescentes no pierdan el ritmo que durante el año se les exige. La comunión entre ambas visiones permitirá aprovechar de mejor manera las vacaciones, sin que éstas se transformen en un campo de batalla entre la flexibilidad y el control exagerado.
Vacaciones y viajes: ¡allá vamos!
Muchos escogen viajar para visitar a familiares o simplemente conocer nuevos lugares. Y, aunque la idea es pasarlo bien, en ocasiones los desplazamientos pueden generar problemas o incomodidades si se viaja con niños muy pequeños. Por esto, es importante tomar las medidas necesarias, haciendo que los viajes sean agradables y se conviertan en una gran aventura para los más pequeños, explorando nuevas sensaciones y vivencias que les resultarán enriquecedoras. Después de cada viaje, el mundo es más entretenido y menos ajeno.
Ojalá todos los niños y adolescentes pudiesen viajar. Los viajes abren posibilidades de disminuir el sedentarismo y facilitar el desarrollo humano en áreas que en la vida cotidiana son menos favorecidas. Por ejemplo, la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones se asocia con las experiencias vividas por nosotros y los viajes pueden llegar a ser experiencias muy estimulantes y vitales; verdaderos momentos de crecimiento o de integración familiar y, por qué no, de resolver antiguos conflictos.
En ocasiones, los viajes son momentos de mayor cercanía con la naturaleza, un contacto que en las ciudades no siempre se logra. Además, la convivencia simultánea, entre hermanos o parientes, de experiencias nuevas, pueden consolidar apegos y fortalecer la red de apoyos, tan necesaria para todos los niños.
Evitar los mareos durante el viaje
Esto se produce porque el cerebro siente el movimiento a través de las señales provenientes del oído medio, los ojos, los músculos y las articulaciones. Cuando recibe señales que no coinciden, puede surgir el mareo por movimiento. Por ejemplo, dentro de un barco el oído medio percibe el movimiento, pero los ojos no pueden indicar que se está moviendo y esta discrepancia de información genera el mareo, aunque la susceptibilidad individual a sufrirlos es muy variable.
Los estímulos visuales, como un horizonte en movimiento, la mala ventilación (humo, monóxido de carbono, vapor) y los factores emocionales, como miedo o ansiedad, actúan junto con el movimiento para precipitar una crisis. Los niños pequeños rara vez sienten este tipo de mareo, pero a partir de los 2 años de edad, la sensibilidad al mareo aumenta sustancialmente. A partir de los 12 años, la sensibilidad vuelve a disminuir, aunque algunos adultos siguen sufriendo este problema a lo largo de toda su vida. Los ancianos también suelen experimentar más susceptibilidad al mareo.
Cuando no se puede evitar el movimiento, se puede reducir la sensación de mareo de distintas formas:
- Colocándose en la zona de menor movimiento, por ejemplo, el asiento delantero del automóvil si se cumple con la edad, los primeros vagones de un tren, la cubierta de un barco o los asientos cercanos a las alas de un avión, que son los lugares más adecuados para viajar si se es proclive a marearse.
- Lo mejor es ponerse semiacostado y con la cabeza bien apoyada.
- Se debe evitar la lectura.
- Mantener el eje de visión por sobre la línea del horizonte (unos 45 grados) reduce la susceptibilidad.
- El exceso de comida antes del viaje o durante el mismo, aumenta la probabilidad de mareos.
- Se deben consumir cantidades pequeñas de líquidos y comidas sencillas, con frecuencia, durante un viaje prolongado. Ahora, si se trata de un viaje corto en avión, es mejor evitar los sólidos.
- Los niños tienden a mirar hacia abajo cuando están en el auto y, para evitarlo, se debe optar por canciones o adivinanzas, antes que por la lectura, para que mantengan la cabeza recta.
- También pueden disminuirse los síntomas tomando preventivamente algún tipo de fármaco, lo que sugerimos consultar con tu pediatra quien puede orientarte en esta área.
Viajar en auto
En cuanto a seguridad, algunas cifras demuestran lo extremadamente peligroso que puede llegar a ser viajar en auto sin las medidas adecuadas. Un choque a tan solo 40 km/h, con detención brusca, es un trauma de alta energía que equivale a una caída de 12 a 15 metros, por lo que, si no hay protección, tiene una tasa de un 50% de mortalidad. Y en los viajes largos, por autopista, donde las velocidades alcanzan los 120km/h, imaginen el riesgo vital si no se toman las medidas adecuadas.
Algunos aspectos a tomar en cuenta:
- Los cinturones de seguridad salvan vidas. La seguridad pasiva, es decir, el cinturón de seguridad y los sistemas de retención infantil, tienen por objetivo impedir la eyección de la persona fuera del auto, la cual aumenta cuatro veces la mortalidad. Para esto, deben frenar y soportar la energía generada en las zonas firmes del organismo y mitigar la brusca desaceleración, por lo cual deben quedar bien instalados.
- Los niños deben usar siempre asientos o elevadores hasta que su estatura supere el 1,50 m (alrededor de entre los 8 u 11 años).
- Hasta los 4 años de edad, o hasta que la silla lo permita, es aconsejable llevar al bebé a contramarcha, ya que es 5 veces más segura.
En relación al trayecto:
- Es mejor que un adulto viaje en los asientos traseros del auto junto al niño para que pueda atenderlo y entretenerlo en caso de necesidad o por si llora. Así evitaremos distracciones al conductor.
- Es recomendable salir lo más temprano posible para avanzar mientras los niños duermen y así evitar las horas de máximo calor.
- La temperatura del auto debe estar en torno a los 20 grados. El aire acondicionado debe usarse con moderación, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden favorecer resfríos. Además, deben abrirse las ventanas algunas veces para renovar el aire.
- Hay que parar con frecuencia para que descansen tanto el conductor como los pasajeros. Se recomienda hacerlo cada dos o tres horas, aunque el niño esté tranquilo o duerma en ese momento. Debes tener en cuenta que, si tu pequeño ya ha empezado a ir al baño solito, deberás acompañarlo cada vez que lo requiera. Por lo tanto, deberás planificar el tiempo de viaje de tal manera que se pueda detener el vehículo más o menos cada dos a tres horas. El lugar deberá ser adecuado para que el niño orine, y además pueda distraerse y descansar, de tal manera que el viaje resulte entretenido (en nuestras carreteras existen varias “Zonas de Descanso” que puedes utilizar sin costo alguno). Si se le exige que aguante más tiempo del prudente, es muy probable que se orine encima o, si lo contiene por más de tres a cuatro horas (tiempo sobre el cual no debiera permanecer la orina en la vejiga), corre el riesgo de favorecer el desarrollo de infección urinaria. No se recomienda poner pañales solo para viajar, ya que una vez que el niño logra el control de esfínteres, no es conveniente retroceder en sus logros.
- Llevar siempre una toalla para hacer frente a los imprevistos como vómitos o si se “pasa” el pañal.
- Debes instalar un quitasol, cortinilla u otro accesorio en las ventanas, para protegerlo del sol.
- Llevar agua para hidratarlos con frecuencia.
- Guardar en una bolsa aparte, fácilmente accesible, todo lo necesario para el trayecto: agua, comida, pañales, ropa de abrigo, toallitas, etc.
- Llevar varios juguetes y elementos de entretención. Será divertido jugar a las adivinanzas, cantar canciones o contar chistes.
Viajar en avión
Los niños no suelen tener miedo a volar, salvo que algún adulto de su entorno le haya trasladado su temor. Al contrario, volar es un hecho extraordinario en sus vidas y suele producirles ilusión. Lo normal es que, con la novedad, la comida, el juego y hasta un pequeño sueño, el viaje se les pase “volando”.
La principal ventaja de este medio de transporte es su capacidad para recorrer largas distancias en muy poco tiempo. Sin embargo, hay que poner especial cuidado en llevar toda la documentación necesaria para viajar, especialmente los permisos de los padres cuando los niños viajan con solo uno de ellos y llegar con un margen de 2 a 3 horas antes al aeropuerto. Normalmente las líneas aéreas se esfuerzan en mimar a estos pequeños pasajeros para hacerles el viaje más agradable.
Algunas recomendaciones:
- A 48 horas de nacer, ya está permitido volar, pero no es recomendable hasta pasadas las dos semanas (incluso, algunas compañías aéreas no lo permiten).
- Los cambios de presión pueden causar dolor de oídos. Para evitarlo, resulta útil usar un chupete, caramelo o chicle (dependiendo de la edad) o dar pecho o mamadera o líquido a beber.
- En ocasiones, algunas compañías no permiten que un adulto viaje solo con dos bebés. Pero en caso de permitirlo, uno debe ir en una silla de coche, homologada para avión, y el otro en brazos con el cinturón que la tripulación facilitará.
- Al reservar asientos, pedirlos contiguos, idealmente en primera fila o pasillo, por la propia comodidad y para molestar lo menos posible a los otros viajeros.
- Conviene que el niño lleve ropa cómoda, y si es muy pequeño y pasará la noche en el avión, incluso se le puede poner el pijama para que se sienta más relajado.
- En viajes largos, al igual que en los trayectos en automóvil, siempre es aconsejable llevar diversos elementos de entretención.
Viajar en barco
Como no es tan común, es una experiencia completamente nueva para los niños, y les permitirá conocer un ambiente distinto, por lo que será una gran aventura. Para viajes largos, los barcos son muy cómodos, ya que sus grandes dimensiones permiten pasear, dormir en camarotes y disfrutar de sus restaurantes, salas de juegos y piscinas si se trata de un crucero.
Algunos consejos:
- Es muy común marearse, por lo que es aconsejable permanecer en la cubierta superior y en el centro del barco, ya que son los lugares donde el movimiento es menos perceptible.
- Nunca dejes solo al niño, y menos aún en la cubierta, ya que puede tropezar y caerse al mar o sufrir un accidente con alguno de los elementos del barco.
- Si al niño le da miedo embarcarse, hay que explicarle que no corre ningún peligro, que los barcos son muy seguros y que estará totalmente a salvo. Si nada de eso le convence, pueden contar historias de piratas, de aventuras en el mar... ¡pero no de naufragios!
Viajar en bus
Son los menos recomendables, sobre todo si el niño es aún muy pequeño y el trayecto es muy largo. Los autobuses suelen tener recorridos largos sin apenas detenerse, lo que a veces puede ser un poco pesado para el pequeño, especialmente si está en etapa de control de esfínter. Además, no permiten levantarse en los pasillos para jugar, no siempre hay baños cómodos y si le ocurre algo al niño no se puede obligar al conductor a parar (a no ser que sea algo grave).
Si, a pesar de ello, ésta es la única opción para poder viajar, se debe elegir una compañía cuyos buses sean lo más cómodos y seguros posibles, que tengan baños apropiados, cinturón de seguridad y que paren de vez en cuando. Al igual que en otros medios de transporte, hay que asegurarse de llevar todo lo necesario. Para la distracción, también se pueden utilizar pantallas, pero por un período no mayor a hora y media durante el día. NO es recomendable el uso de juegos de pantalla en niños menores de dos años. Por su seguridad y la de su familia, no viaje en buses no autorizados, elija siempre una línea oficial y ojalá la que tenga la menor tasa de accidentabilidad.
Caminar al aire libre: una práctica que debiera ser habitual
Nuestro país tiene un lujo de cerros y montañas espectaculares donde el senderismo, o trekking, es siempre una actividad cercana, fácil de realizar en familia y que tiene muchos beneficios. Pero esta actividad también requiere de cuidados como prevenir la deshidratación, insolación y accidentes. Los accidentes serios o fatales a menudo ocurren en senderos desconocidos, mal señalizados o en los que se ingresa sin guía. También se debe calcular muy bien el tiempo de caminata para no desplazarse sin luz por senderos en cerros y montañas. La ropa y equipo adecuado, como zapatos antideslizantes, bastón, sombrero y abundante agua, son esenciales.
Tener hijos no tiene por qué ser un impedimento para abandonar nuestras aficiones, pero sí que hay que adecuarlas y ser conscientes del entorno cambiante, ya que los niños son menos resistentes que los adultos, pero se adaptan. Por ello, debes escoger rutas fáciles y con una exigencia física acorde a su edad.
Para evitar sobresaltos, algunos consejos básicos de cosas que no deben faltar:
- Agua para ir bebiendo durante la excursión.
- Comida liviana pero rica en calorías como bocadillo o cuando se haga un descanso.
- Ropa de abrigo o cortavientos.
- Calzado adecuado.
- Bloqueador solar (aplicado antes y durante la actividad… ¡siempre, aunque esté nublado!), lentes de sol, protector labial y visera o gorro.
- Mochila portabebés adecuada a la edad del bebé.
- Traje de baño y zapatos que puedan mojarse y sujeten bien.
- Algún tipo de manta, toalla o pañuelo para poner en el suelo.
- Celular cargado e, idealmente, con números de emergencia memorizados.
- Información de la ruta, ya sea bajada de Internet o impresa.
¡Y el resto es pasarlo increíblemente bien!