¿EXISTEN REALMENTE LOS NIÑOS “MALCRIADOS”?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.76No es conveniente que te refieras así a tu hijo (como “malcriado”). Si su comportamiento no te deja contento, es probable que en su crianza estemos cometiendo errores, no estemos apreciando lo que nos quiere transmitir o no estamos respondiendo adecuadamente a sus requerimientos.
No es fácil criar y educar a un niño. Siempre tratamos de hacerlo lo mejor posible, pero en ocasiones cometemos errores. Podemos ser demasiado protectores afectando el desarrollo de su normal autonomía, demasiado permisivos y no darles el tiempo que requieren, o no haber logrado entender lo que nos quieren transmitir, provocando que se sientan incomprendidos, desesperanzados y no aprender adecuadamente a controlar sus impulsos.
Así, el niño al que mal llamamos “malcriado” representa en realidad un problema de crianza que debemos reconocer para poder modificar nuestras conductas y así apoyar el desarrollo emocional de nuestros hijos.
Si tu pequeño cumple muchos de los siguientes puntos (o todos) algo no estás haciendo bien, y es aconsejable que medites sobre la educación que le estás dando y trates de revisar cómo estás manejando su crianza, o bien puede que tenga algún trastorno del desarrollo que requiera apoyo especializado, por lo que deberías consultar con tu pediatra:
- No cumple con las labores que se le solicita ni colabora nunca en casa. Es importante que se le enseñe a asumir responsabilidades de a poco, en la medida de su desarrollo, ya que forma parte de su proceso formativo y desarrollo de su autonomía.
- Constantes y recurrentes rabietas si no consigue siempre lo que quiere.
- Reacciona con agresiones físicas o verbales ante sus padres o con otros niños.
- No obedece ni atiende las indicaciones que se le dan, no respeta los límites acordados, llegando incluso a burlarse si se le reta por algo.
- No comparte. Asume como propios objetos de otros y se resiste a devolverlos.
- No saluda, ni pide “por favor”, no da las gracias.
- Para lograr que haga algo exige recompensas, de lo contrario no coopera.
¿Cómo solucionarlo? Nunca es demasiado tarde para rectificar. Ante todo, debemos tener conciencia de que los niños aprenden a comunicarse observando los patrones comunicativos y emocionales de su familia. Por ello revisa las pautas educativas, consulta con tu pediatra o especialista y pon en práctica las recomendaciones en la dinámica familiar con paciencia y firmeza, pero con mucho cariño.
Algunos consejos:
- Nunca le digas que es un niño “MALCRIADO” porque tus palabras resonarán como rechazo y el niño se sentirá sin apoyo y sin cariño. Lo que digas tiene un gran efecto sobre tus hijos.
- Identifica las conductas que no te gustan de tu hijo. Recuerda que no siempre es así, a veces tendrá conductas buenas y otras veces malas. Detecta solo las que necesitas corregir y refuerza las que haga bien.
- No te excuses por su mal comportamiento. No es “cosa de niños” el portarse mal, ni inventes excusas para justificar tu inacción frente a su mala conducta.
- No pidas disculpas por tu hijo. Cuando tu hijo haga algo que no debería, en casa o como visita, conversa con él sobre el episodio y revisa cuál debiera ser la conducta apropiada, analiza cuáles pudieron ser las motivaciones de esa conducta y pídele que la corrija. En un segundo tiempo, enséñale a disculparse y a que pedir perdón es un acto de amor.
- Aplica reglas consistentes en su educación. No lo confundas con indicaciones contradictorias. Conversen e inviten a la reflexión y a conductas prosociales de los niños. Recuerda que tu ejemplo es fundamental.
- No sobreproteger a tus hijos restringiendo su desarrollo y autonomía. Los niños pueden aprender a resolver sus propios problemas, con ayuda sí, y siempre como un apoyo. No pequen de sobreprotección, ya que deben procurar que desarrollen sus habilidades para conquistar confianza en sí mismos.
- No respondas a sus rabietas con enojo. Hay que esperar que se calme para poder hablar. No lo abandones ni lo rechaces, pero evita premiar su actitud violenta con objetos o regalos. Solo requiere tu compañía para calmarse.
- Identifica y refuerza sus buenas conductas. Busca apreciar y reconocer los buenos comportamientos ya que también necesita saber qué es lo que hace bien, que, por lo demás, es lo que hará la inmensa mayoría de las veces.