RECOMENDACIONES QUE DEBES CONSIDERAR: ¡VACACIONES, VIAJES Y SEGURIDAD!
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.65El verano es tiempo de un merecido descanso y abre muchas posibilidades de entretención, crecimiento y desarrollo para todos, especialmente niños y jóvenes. Es un período de vacaciones que fija su comienzo pasadas las fiestas de fin de año, y culmina en marzo, cuando hay que regresar a clases. Durante estos meses de verano, niños y adolescentes viven el mundo de otra manera, sin la rigidez de los horarios y obligaciones escolares, con la libertad que implica salir con la familia de algún amigo o compañero, donde no rigen las normas conductuales de la propia familia; sin una clara noción del tiempo, porque cada jornada es como un pequeño fin de semana, no hay una rutina definida y se vive el día a día sin la certeza de lo que nos deparará cada atardecer.
Cada familia debe saber adaptar estos tiempos de flexibilidad y aprovecharlos generando instancias de mayor unión, compartiendo tiempos y espacios de relajo, saliendo “como familia” de la fuerte rutina del año, con visitas a lugares poco tradicionales y donde se puedan realizar actividades en conjunto. Las vacaciones son la época propicia para que enseñemos a nuestros hijos los valores determinados por el autocontrol de su conducta ante situaciones de mayor flexibilidad, en que nuestros hijos parecen ser los dueños de su propio destino. La flexibilidad no implica que una norma deje de cumplirse, sino que puede haber mayor facilidad para las excepciones.
Si bien es bueno romper la rutina, ésta debe de cierta forma mantenerse, enseñando que esto se da en un período del año especial, de lo contrario será muy difícil la readaptación del niño cuando vuelva al colegio en marzo, y se le vuelvan a exigir horarios, entre otras cosas. Ser flexibles, pero siempre dentro de márgenes normales, permitirá a los padres no agotarse en el intento de mantener reglas que pueden no adecuarse al período de vacaciones, donde indudablemente todo es distinto. Pero, al mismo tiempo, servirá para que los niños y adolescentes no pierdan el ritmo que durante el año se les exige. La comunión entre ambas visiones permitirá aprovechar de mejor manera las vacaciones, sin que éstas se transformen en un campo de batalla entre la permisividad y el control exagerado.
Vacaciones y viajes: ¡allá vamos!
Muchos escogen viajar para visitar a familiares o simplemente conocer nuevos lugares. Y, aunque la idea es pasarlo bien, en ocasiones los desplazamientos pueden generar problemas o incomodidades si se viaja con niños. Por esto, es importante tomar las medidas necesarias, haciendo que los viajes sean agradables y se conviertan en una gran aventura para los más pequeños, explorando nuevas sensaciones y vivencias que les resultarán enriquecedoras.
Después de cada viaje, el mundo es menos grande y menos ajeno. Ojalá todos los niños y adolescentes pudiesen viajar. Los viajes abren posibilidades de lucha contra el sedentarismo y favorecen el desarrollo humano en áreas que en la vida cotidiana son menos favorecidas. Por ejemplo, la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones se asocia con las experiencias vividas por nosotros y los viajes pueden llegar a ser experiencias muy estimulantes y vitales; verdaderos momentos de crecimiento o de integración familiar y, por qué no, de resolver antiguos conflictos. En ocasiones, los viajes son momentos de mayor cercanía con la naturaleza, un contacto que en las ciudades no siempre se da. Además, la convivencia simultánea, entre hermanos o parientes, de experiencias nuevas, pueden consolidar apegos y fortalecer la red de apoyos, tan necesaria para todos los niños.
Si vamos en auto, se deben combatir los mareos. Esto se produce porque el cerebro siente el movimiento a través de las señales provenientes del oído medio, los ojos, los músculos y las articulaciones. Cuando recibe señales que no coinciden, puede surgir el mareo por movimiento. Por ejemplo, dentro de un barco el oído medio percibe el movimiento, pero los ojos no pueden indicar que se está moviendo. La susceptibilidad individual es muy variable. Los estímulos visuales, como un horizonte en movimiento, la mala ventilación (humo, monóxido de carbono, vapor) y los factores emocionales, como miedo o ansiedad, actúan junto con el movimiento para precipitar una crisis. Los niños pequeños rara vez sienten este tipo de mareo, pero a partir de los 2 años de edad, la sensibilidad al mareo aumenta sustancialmente. A partir de los 12 años, la sensibilidad vuelve a disminuir, aunque algunos adultos siguen sufriendo este problema a lo largo de toda su vida. Los ancianos también suelen experimentar más susceptibilidad al mareo. Cuando no se puede evitar el movimiento, se puede reducir la sensación de mareo de distintas formas:
• Colocándose en la zona de menor movimiento (el asiento delantero del automóvil, los primeros vagones de un tren, la cubierta de un barco o los asientos cercanos a las alas de un avión, son los lugares más adecuados para viajar).
• Lo mejor es ponerse semirrecostado y con la cabeza bien apoyada.
• Se debe evitar la lectura.
• Mantener el eje de visión por sobre la línea del horizonte (unos 45 grados) reduce la susceptibilidad.
• El exceso de comida antes del viaje o durante el mismo, aumenta la probabilidad de mareos.
• Se deben consumir cantidades pequeñas de líquidos y comidas sencillas, con frecuencia, durante un viaje prolongado. Ahora, si se trata de un viaje corto en avión, es mejor evitar los sólidos.
• Los niños tienden a mirar hacia abajo cuando están en el auto y, para evitarlo, se debe optar por canciones o adivinanzas, antes que por la lectura, para que mantengan la cabeza recta. También pueden disminuirse los síntomas tomando preventivamente algún tipo de fármaco, lo que sugerimos consultar con tu pediatra quien puede orientarte en esta área.
Caminar al aire libre: una práctica que debiera ser habitual
Nuestro país tiene un lujo de cerros y montañas espectaculares donde el trekking o senderismo es siempre una actividad cercana, fácil de realizar en familia y que tiene muchos beneficios. Pero esta actividad también requiere de cuidados como prevenir la deshidratación, insolación y el golpe de calor. Los accidentes serios o fatales a menudo ocurren en senderos desconocidos en los que se ingresa sin guía. También se debe calcular muy bien el tiempo de caminata para no desplazarse sin luz por senderos en cerros y montañas. La ropa y equipo adecuado, como zapatos antideslizantes, bastón, sombrero y abundante agua, son esenciales. Tener hijos no tiene por qué ser un impedimento para abandonar nuestras aficiones, pero sí que hay que adecuarlas y ser conscientes del entorno cambiante, ya que los niños son menos resistentes que los adultos, pero se adaptan. Por ello, debes escoger rutas fáciles y con poca exigencia física.
Para evitar sobresaltos, algunos consejos básicos de cosas que no deben faltar:
• Agua para ir bebiendo durante la excursión.
• Comida liviana pero rica en calorías para ir picando o cuando se haga un descanso.
• Ropa de abrigo o paravientos.
• Calzado adecuado.
• Bloqueador solar, lentes de sol, protector labial y visera.
• Mochila portabebés adecuada a la edad del bebé.
• Traje de baño y zapatos que puedan mojarse y sujeten bien.
• Algún tipo de manta, toalla o pañuelo para poner en el suelo.
¡Cuidado con el sol!
El sol y su energía lumínica son imprescindibles para que en la Tierra exista la vida. Sin embargo, el adelgazamiento de la capa de ozono en los últimos años (encargada de filtrar la mayor parte de la radiación ultravioleta UV proveniente del sol), ha sido devastador. Por este motivo, con la llegada del sol se debe incrementar el cuidado de la piel, especialmente la de los más pequeños, ya que es muy delicada.
Los protectores solares están concebidos para protegernos de los rayos UVA, UVB e infrarrojos, por lo que en su composición incorporan ingredientes que actúan como filtros solares, absorbiendo, bloqueando o dispersando los rayos; y lo hacen con diferentes grados de protección. El factor de protección solar indica el efecto multiplicativo del bloqueador sobre el tiempo que podemos estar al sol sin que éste dañe nuestra piel. Un ejemplo aclarador: una persona de tez clara que está expuesta al sol sin utilizar ninguna protección, generalmente empieza a quemarse a los 10 minutos. Si se aplica un protector solar de factor 20, tardaría en quemarse 20 veces ese tiempo, es decir, tardaría 200 minutos (3 horas y 20 minutos). El factor de protección solar más efectivo para los bebés y los niños debe ser igual o superior a 30. Además, debe aplicarse cada dos horas para reforzar esta protección.
Algunos cuidados
- Se recomienda evitar la exposición directa al sol durante los 6 primeros meses de vida del bebé.
- Se debe aplicar el protector solar 30 minutos antes de iniciar la exposición al sol y utilizarlo aunque esté nublado.
- Debes cubrir la piel de forma homogénea, incluyendo labios, párpados, orejas, cuello y dorso de los pies.
- Se debe aplicar el protector cada 2 o 3 horas ya que, con el sudor, la toalla y el baño, se pierde parte de la eficacia protectora.
- Se recomienda utilizar un bloqueador solar resistente al agua (waterproof).
- Sin protector solar, un niño solamente puede estar en la sombra.
- El organismo del bebé tiene una capacidad reducida para eliminar el calor a través del sudor, por lo que el riesgo de sufrir problemas es más elevado. Por eso, nunca lo expongas durante las horas centrales del día (desde las 11 hasta las 16 horas). El peligro no solo son los rayos ultravioleta, sino también la elevada temperatura, por ejemplo, en la playa, por lo que debes asegurar su hidratación apropiada.
- El bebé siempre debe llevar una gorra o un sombrero para protegerse del sol y del calor. La alternativa es tenerle bajo un toldo o carpa. Los mejores tejidos para su ropa son el algodón y el lino, que absorben bien el sudor. Considera que hoy en día hay ropa para bebés y niños que contienen filtro solar.
Importante: ¡Siempre vigilar a los niños cuando estén en el agua!
Las piscinas, lagos, playas y parques acuáticos son el panorama ideal para combatir el calor. Sin embargo, para que un momento divertido no se convierta en una tragedia es importante tomar algunas precauciones en las actividades acuáticas, especialmente cuando son realizadas por niños. Ante todo, los padres o algún adulto responsable deben estar alerta ante los potenciales peligros, lo que significa prestar atención permanentemente mientras los niños están en el agua o cerca de ella. El uso de flotadores es necesario, pero no suficiente: cuidado que pueden generar una falsa sensación de confianza; son dispositivos que no reemplazan la vigilancia familiar.
Es fácil que te despreocupes si tu hijo lleva algún flotador, dejando de prestar la atención necesaria, lo que conlleva a riesgo de accidente no controlado. Por este motivo, además de los elementos de seguridad que use un niño, es importante que siempre esté vigilado por un adulto y, en el caso de que éste no se bañe con él, debería estar vigilándolo constantemente desde la orilla o a corta distancia.
Los flotadores tipo “cámara de neumático”, no son seguros. Es probable que, al jugar, tu hijo o hija logre dar la vuelta al flotador o se escurra por el agujero hasta quedar sumergido en el agua. Si justo en ese momento estamos mirando para otro lado, la vida del pequeño correrá peligro. Por otra parte, las “alitas” pueden pincharse fácilmente o, si no son del tamaño adecuado, es muy probable que se salgan cuando el niño levante los brazos. Los flotadores inflables, entre otros las alitas, no ayudan a los niños a la hora de aprender a nadar, pues limitan mucho el movimiento de los brazos y otras partes del cuerpo y, cuando no los tienen puestos, no saben muy bien cómo moverse para flotar y desplazarse. Por lo tanto, la Sociedad Chilena de Pediatría recomienda evitar su uso, prefiriendo otras alternativas más seguras y que no limitan el proceso de aprendizaje de nadar.
Con el tiempo han ido apareciendo nuevos elementos más seguros para los niños y más adecuados para que puedan aprender a nadar:
• El “tallarín”: Es un largo cilindro de espuma, que ayuda a los niños a flotar sin que esté sostenida al flotador ninguna parte del cuerpo, ya que son los niños los que deben agarrarse. Es muy bueno para aprender a nadar, pero no para dejar a los niños solos. ES MUY IMPORTANTE QUE UN ADULTO ESTÉ EN EL AGUA CON EL NIÑO o que el niño ya tenga algunas nociones de nado.
• Cinturones o pecheras: permiten que el pequeño pueda flotar y, a medida que vaya moviéndose mejor por el agua, se les puede ir retirando poco a poco. El cinturón va agarrado por la cintura y el tórax, no por las axilas, por lo que les obliga a estar más pendientes de la posición y, en definitiva, les ayuda a ser más hábiles en el agua.
• Flotadores integrados: Son parte del traje de baño, por lo que se es imposible que se salgan y ayudan al niño a flotar, dejándole libertad para mover brazos y piernas.
• Chalecos salvavidas: Son muy efectivos para mantener la flotación y muy seguros cuando su ajuste es el adecuado: con un tamaño apropiado para el niño, y que cuenten con una correa inferior de entrepierna que permita que no se suban. Eso sí, pueden ser un poco incómodos para enseñar a nadar, porque también pueden limitar el movimiento.
Y el resto ya lo sabes: a pasarlo bien, ojalá en familia y siempre con la seguridad y prevención como primera norma. ¡Felices vacaciones!