¿ES NORMAL QUE MI GUAGUA SE TOQUE “AHÍ”?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.65Las guaguas descubren el mundo a través de su propio cuerpo y de las sensaciones que reciben a través de él. El sentido más desarrollado durante la infancia es el tacto, por lo que les encantan los mimos y las caricias en cualquier parte del cuerpo y, como no, también en los genitales. Los niños juegan con su pene y las niñas exploran sus genitales con las manos o intentan introducirse o frotarse con algún objeto. Aunque parezca que son los varones quienes tienen mayor interés en explorar su cuerpo, es solo por una cuestión anatómica que hace que su gesto sea más evidente, ya que los genitales de los varones están más accesibles.
Esta curiosidad por sus genitales no es más que una forma más de conocer su propio cuerpo. Los niños pueden tener una auténtica erección mientras que en las niñas el clítoris y la mucosa vaginal externa se enrojecen porque los tejidos, sometidos a fricción, están más irrigados por la sangre. No obstante, la sensación que obtienen no es ni mucho menos igualable a un orgasmo, sino más bien es una sensación agradable que muchos niños definirían como cosquillas. Por lo tanto, no se puede hablar de masturbación en el sentido sexual que le daríamos los adultos, sino de “juego genital” ligado a la curiosidad, diversión y exploración.
Aunque nos resulte un poco incómodo verles tocarse los genitales, no es más que una fase imprescindible en su desarrollo por lo que cuando se estén tocando “ahí”, debemos reaccionar con absoluta normalidad. No es aconsejable poner cara de desagrado, ni retirarles la mano o retarles diciéndoles que “eso no se hace” ya que le estaremos transmitiendo sentimientos negativos hacia esa parte de su cuerpo y hacia su propia persona, pudiendo hacerles formar una idea equivocada sobre la sexualidad pensando que es algo sucio, malo o nocivo para su salud.
Como todas las etapas del desarrollo, ésta es también pasajera. Mostremos naturalidad ya que simplemente están experimentando sensaciones nuevas y conociendo mejor su propio cuerpo.
Cuando son guaguas, los niños y niñas no tienen sentido del pudor, por lo que se tocarán cualquier parte del cuerpo tanto cuando están solos como cuando están acompañados. Si quieres evitar que se toque cuando van por la calle o tienen visitas en casa, no le digas nada, solo entrégale otra cosa que le guste mucho o pídele que te ayude en alguna tarea si es algo más grande, y así desviará su atención.
Al cambiarles el pañal, los niños pueden tener una erección o las niñas segregar más flujo vaginal. Es una reacción fisiológica absolutamente normal ya que todas las guaguas tienen los genitales hipersensibles pues las terminaciones nerviosas de estas zonas están especialmente activas durante los cinco primeros años de vida. Pasada esa edad se tranquilizan y solo durante la adolescencia, se volverán a activar, entonces con más intensidad que nunca.
En algunos casos, tu hijo puede señalar sus genitales como pidiendo que se los toques, o que quiera tocar los tuyos en algún descuido. Lo aconsejable es que disimules haciendo como que no te has dado cuenta y desvíes su atención hacia algo que le resulte interesante. A los tres o cuatro años, ya podrá entender que hay partes íntimas del cuerpo que debe respetar en los demás y los otros en él o ella, pero mientras tanto, es mejor actuar sin darle demasiada importancia, ya que si le muestras rechazo puede ser contraproducente. Muchas veces los niños insisten en determinadas actitudes precisamente porque obtienen la atención de los adultos, mientras que si no se les hace caso es muy probable que ellos mismos desistan y no lo repitan.
El único caso inquietante
Solamente debes preocuparos si tu niño o niña recurre al juego de la autoexploración demasiado continuamente, porque esto es una muestra evidente de que se encuentran inquietos o angustiados. Intenta averiguar la causa de su malestar y una vez que la descubras, trata de solucionarlo cuanto antes. Quizá tengas que procurar que en casa haya un ambiente más armonioso, o incluso puede tener que ver con la textura del pañal o su ropa interior, que pudiera estarles provocando irritación o un roce exagerado.
Además, es importante que le enseñes a practicar otras formas de relajarse, como pueden ser los juegos de manos, sacarlos de paseo, dejarlos gatear por el pasillo... Le serán de gran ayuda hasta que crezca y él mismo descubra otras maneras de librarse del malestar que inevitablemente sentirá en ocasiones.
¿Nos debemos preocupar?
Como dijimos anteriormente, el juego genital no debe preocupar. Incluso, según nosotros los pediatras, debe considerarse una prueba de la existencia de relaciones satisfactorias con los padres y con el ambiente. Numerosas investigaciones demuestran que, en los niños que no han recibido afecto, el juego genital no existe. Son los pequeños más queridos los que tienen nostalgia de las atenciones de sus padres y los que, por ejemplo, durante la noche, se acarician para atenuar el disgusto de la separación. Tocarse la vulva o el pene se convierte en un sustituto de los cuidados maternos, como abrazar a la muñeca o al osito antes de irse a dormir.