CONTAMINACIÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO: ¿CÓMO AFECTAN A LA SALUD DEL PLANETA?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 57La contaminación atmosférica representa un serio problema de salud pública, que afecta masivamente a la población. La contaminación ambiental externa, generada por los gases y partículas en suspensión, no es un problema reciente. Desde hace más de 50 años la comunidad médica nacional está denunciando esta situación. En 1958, el Presidente de la Comisión de Investigaciones sobre Contaminaciones Atmosféricas de EE.UU., advirtió a los especialistas chilenos que Santiago estaba ya más contaminado que Nueva York, Filadelfia y otras ciudades norteamericanas de mayor tamaño y grado de industrialización.
Además de la contaminación, nos encontramos con que cada día la acción del ser humano causa más estragos en la naturaleza. Así como en muchos lugares del mundo, nuestro país ha experimentado grandes cambios en los patrones climáticos, como las intensas lluvias en el desierto más árido del mundo, sequías en el sur de Chile, desertificación de la zona central, retroceso de los glaciares y haber tenido en el 2018 el año más caluroso de las últimas décadas. El calentamiento del planeta es inequívoco. La atmósfera y los océanos han subido su temperatura, las cantidades de hielo y nieve han disminuido, el nivel del mar ha aumentado, y las concentraciones de los gases de efecto invernadero también van en alza. Se deben tomar medidas de manera inmediata ya que, si la temperatura continúa subiendo, las consecuencias serán catastróficas.
Si no hay lluvia, la visible y densa nube que se instala sobre ciudades como Santiago, Chillán, Temuco o Coyhaique, y que se extiende durante todo el día, hace que asomen molestias como picazón de garganta, ardor de ojos y en niños pequeños acentúa los problemas respiratorios propios de los virus de esta época del año, que es cuando el problema comienza a asomar. Pero el daño que producen los contaminantes atmosféricos no se limita a los pulmones, que son su puerta de entrada, sino que compromete a todo el organismo.
La contaminación atmosférica
La contaminación ambiental es uno de los factores que favorece la producción de enfermedades respiratorias en nuestro país. Los componentes del esmog son nefastos para la función pulmonar, agravantes para enfermedades crónicas como el asma, colaboran en provocar crisis obstructivas en todas las edades y, disminuyen en forma importante los mecanismos defensivos de nuestras vías respiratorias. Cuando una persona está expuesta constantemente a ambientes con alta contaminación, su capacidad de defenderse de las infecciones está disminuida, ya que están ocupadas tratando de eliminar las partículas extrañas que vienen por la vía aérea desde este ambiente contaminado, distrayendo su función defensiva contra virus y bacterias. Así, estas partículas provocan inflamación de la vía aérea debilitando las barreras naturales del organismo y facilitando que los microorganismos puedan invadirlo.
Los niños pequeños, especialmente los lactantes, tienen una mayor facilidad para afectarse por enfermedades respiratorias porque tienen una frecuencia respiratoria más alta (mueven más aire en sus pulmones), menor masa corporal (todas las vías aéreas están más pegadas entre sí), producen una gran cantidad de secreción bronquial -que aparece ante cualquier estímulo externo-, y sus vías aéreas son más estrechas, por lo que se tapan más fácil. Por esto, tienen más problemas obstructivos o infecciones respiratorias, lo que los sitúa en el primer lugar de la población vulnerable o de riesgo cuando el aire está más malo.
Para controlar esta situación, desde hace décadas que la autoridad en Salud Medioambiental fiscaliza que se cumplan las buenas prácticas de funcionamiento de vehículos e industrias, controla la calidad del aire y educa en vida saludable. Así, medidas como la restricción vehicular o la prohibición de realizar quemas y encender chimeneas, son habituales cada invierno. Y si bien seguimos viviendo días bajo el rótulo de “Alerta Ambiental” o “Preemergencia”, la situación ha ido mejorando lentamente.
Algunas consideraciones
En el caso de Santiago, las condiciones geográficas y meteorológicas dificultan el recambio de su aire y favorecen la acumulación de contaminantes en su atmósfera. Y la progresiva expansión de la ciudad tiende a agravar el problema. Como no es factible modificar las condiciones topográficas y climatológicas de las ciudades, para controlar el nivel de contaminación solo cabe disminuir las emisiones de contaminantes desde las fuentes que las producen.
Santiago está expuesto casi permanentemente a niveles elevados de polución aérea, constituida en otoño e invierno predominantemente por material particulado (PM10 y PM2,5), el que sistemáticamente excede la norma y es responsable de episodios críticos de contaminación. Además, en primavera y verano aumenta la concentración de oxidantes fotoquímicos como el ozono, que sobrepasa frecuentemente las normas nacionales vigentes sobre la calidad del aire.
Otros contaminantes que se elevan formando parte del aire de Santiago son los hidrocarburos aromáticos policíclicos como componentes del material particulado y otros gases tóxicos como el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, sales y metales. En otros lugares, especialmente en las zonas mineras e industriales hay aumento de partículas y de anhídrido sulfuroso.
El efecto a corto y mediano plazo de los contaminantes está determinado fundamentalmente por la dosis efectiva, que es el producto de tres factores: tiempo de exposición, concentración aérea del contaminante y ventilación pulmonar. En episodios críticos se recomienda evitar el ejercicio físico para no aumentar la ventilación pulmonar, evitar mantenerse en espacios cerrados y reducir la contaminación intradomiciliaria.
La contaminación intradomiciliaria depende de la entrada de los agentes atmosféricos al ambiente del hogar, sumados a la emisión de otros generados en el propio ambiente del domicilio, como el humo de tabaco y de los diversos artefactos contaminantes del hogar. Si no se controla la contaminación intradomiciliaria, ésta puede incluso superar a la atmosférica.
Grupos particularmente vulnerables a la contaminación atmosférica y que, por ende, requieren de protección especial, son los menores de cinco años de edad, los enfermos cardiopulmonares crónicos, así como los adultos mayores y las embarazadas.
Efecto invernadero y el cambio climático
Lo primero que hay que saber, es que el efecto invernadero es un fenómeno natural benéfico que permite la vida sobre el planeta. Las temperaturas en la Tierra son aptas para la vida gracias a este efecto. Cuando la radiación solar llega a nuestra atmósfera, parte de ella es reflejada al espacio y otra parte pasa y es absorbida por el planeta. Esto hace que la superficie de la Tierra se caliente. El calor es irradiado hacia el exterior y absorbido por los gases presentes en la atmósfera y así se mantiene una temperatura más o menos estable dentro de ciertos rangos: ese es el efecto invernadero, que es bueno cuando logra mantener la temperatura promedio más o menos estable, asegurando la vida, como las plantas dentro de un invernadero. Pero las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), están modificando la composición de los gases en la atmósfera, provocando efectos sobre el clima: inundaciones, sequías, incendios, plagas, especies invasoras dañinas y la acidificación de los océanos.
Estos gases, que cuando están equilibrados provocan un efecto invernadero normal, al estar desbalanceados -producto del aumento de las emisiones que produce el ser humano-, favorecen un calentamiento extra de la atmósfera provocando los desajustes climáticos antes mencionados.
Este exceso de gases proviene de la combustión de las sustancias que usan los automóviles, las fábricas y los procesos de producción de electricidad. Aunque el dióxido de carbono (CO2) es el principal gas responsable de este aumento del calentamiento, el metano expulsado por los vertederos y producido por la agricultura, en especial por los sistemas digestivos de los animales que pastan, es también otro de los grandes responsables del cambio climático. El retroceso de los glaciares en el sur de Chile, por ejemplo, afectará en la disminución del agua dulce disponible para diversos usos. Los ecosistemas marinos también sufrirán los impactos de estos cambios climáticos, algunos de los cuales ya estamos viviendo al favorecerse la sobrepoblación de algas lo que deriva en marea roja. Estas son solo algunas de las consecuencias pero, en términos generales, el cambio climático está modificando nuestra economía, salud y comunidades de distintas formas.
¿Cómo disminuir los efectos del cambio climático?
Primero, todas las sociedades deben hacer grandes esfuerzos para disminuir la contaminación. Cada individuo puede y tiene que esforzarse en reducir su “huella ambiental”, es decir, el impacto que generamos en nuestro medio, ahorrando agua, reciclando, caminando (evitando uso de vehículos motorizados cuando sea posible) y colaborando en comunidad (acá te dejamos el dato de un sitio donde puedes calcular tu huella ambiental, o de carbono: http://calcula.mihuella.cl). Pero estos son pequeños gestos cotidianos de cada uno que, si bien sirven mucho, no son suficientes dado que se necesitan políticas macroambientales de reducción de gases de efecto invernadero a nivel mundial, para lograr frenar el calentamiento global de forma eficaz.
Ahora bien, la comunidad internacional ha sido incapaz de llegar a acuerdos que permitan aminorar los efectos del cambio climático, y las grandes cumbres que se han organizado no lograron generar consensos claros. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), debería exigirse extender las iniciativas verdes a nivel nacional e internacional para que los resultados se alcanzaran a tiempo. En especial, debería enfatizarse en países como China, Rusia o Estados Unidos, ya que son los que provocan mayores emisiones. Además, los países ricos deberían ayudar a los menos desarrollados a combatir los problemas generados. Algunas de las soluciones a esta problemática global:
• Disminuir las emisiones de CO2 evitando el uso de combustibles fósiles. Se podrían implementar medidas alternativas al uso del petróleo, del gas natural y del carbón (que en su producción y transporte emiten gases de efecto invernadero), utilizando entre otras fuentes la energía solar, eólica, geotérmica, hídrica y corrientes marinas.
• Adaptar las infraestructuras, como edificios y casas, para no malgastar energía. Por ejemplo, aislando de forma adecuada los hogares.
• Evitar el uso de automóviles, utilizando el transporte público o incentivando el uso de la bicicleta.
• Incentivar la compra de productos ecológicos y un consumo moderado.
• Apoyar iniciativas que promueven la detención de la deforestación.
¿Y qué podemos hacer nosotros para frenar el cambio climático?
Hay que partir de la base de que gran parte del problema del calentamiento global se basa en los efectos del consumismo. Hay que cambiar la forma de pensar, y dejar de educar para solo trabajar y comprar. Esta idea basa los niveles de felicidad en lo que se tiene y se consume. Por lo tanto, como individuos podemos mitigar la huella de carbono disminuyendo nuestros desperdicios, nuestros excesos, y optimizando el uso de recursos, entre otros los combustibles y la electricidad. Se debe disminuir el uso y abuso del automóvil. Se puede caminar más, utilizar la bicicleta, el transporte público, o tener un auto que sea eficiente y emita menos gases. También podemos manejar mejor, mantener el vehículo en condiciones óptimas, revisar el nivel de inflado de los neumáticos, ser eficientes en su uso y varias otras medidas.
Otra forma eficaz es reducir el consumo de alimentos producidos de manera industrial. Los gases de invernadero como consecuencia de la producción alimenticia, aumentarán en 80% si el consumo de estos productos sigue incrementándose al ritmo actual. Un estudio realizado por las universidades de Cambridge y de Aberdeen, señala que el consumo excesivo de carne y productos lácteos en países industrializados debe reducirse significativamente en los próximos años para que se proteja el medio ambiente y se logre garantizar la demanda futura de alimentos en sociedades más vulnerables. Los investigadores subrayan que los bosques y zonas utilizadas para cultivos de granos serán convertidos en tierras para la ganadería, generando más deforestación, y se incrementarán las emisiones de CO2 y de metano proveniente de fertilizantes producto de la expansión agrícola.
Todo esto dará por resultado una mayor emisión de gases de invernadero que acelerará el cambio climático. La situación podría mejorar radicalmente si los agricultores de países en desarrollo fueran ayudados a obtener un mejor rendimiento de sus tierras, y si la población mundial aprendiera a reducir el malgasto de alimentos y se alimentara de forma más saludable.
Lo malo es que la tarea es gigante. Lo bueno es que depende de cada uno de nosotros. Te invitamos a ayudar con tu parte y enseñar a los niños a cuidar el planeta.