“MAMITIS” Y “PAPITIS”: ¿EXCESO DE APEGO O APEGO INADECUADO?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 54El vínculo emocional, afectivo y conductual durante la primera infancia se conoce como apego. Se trata de uno de los aspectos más importantes en el desarrollo de los niños por varias razones: porque es una necesidad biológica de todos los seres humanos, ya que necesitamos vivir vinculados a otras personas que nos cuidan y quieran; es además el espacio vital de crecimiento del niño, de manera que la calidad del apego que éste reciba influirá en cómo se comportará y desarrollará en el futuro, y, porque el apego es lo que dará al niño seguridad, autoestima, confianza, autonomía y efectividad para enfrentar el mundo.
Pero, ¿qué sucede cuando este apego se expresa inadecuadamente?
Si bien también ocurre con el papá, a menudo los niños solo quieren estar con la mamá, no separarse de ella ni un segundo, la siguen a todas partes y reclaman su atención constantemente. Lloran si el papá intenta mudarlos, si tiene que quedarse con los tatas, si la mamá desaparece un segundo para ir al baño… es lo que se conoce como “mamitis” (“papitis”, en la versión con el padre).
Un bebé no puede valerse por sí mismo y necesita la protección de los padres, sobre todo en los primeros meses en los que la mamá es todo su mundo, su principal figura de apego. A medida que crece va adquiriendo nuevas habilidades, va necesitando menos ayuda y haciéndose más independiente. Tal vez el pequeño pase por una etapa de inseguridad, sufriendo momentos de regresión, atravesando una fase de “mamitis” . Esto puede suceder por muchos y variados motivos, desde el momento evolutivo que está atravesando, hasta por razones externas como enfermedad o celos por la llegada de un nuevo hermanito. No hay que preocuparse tanto por esto, ya que suelen ser episodios transitorios que irán disminuyendo gradualmente a medida que el niño vaya creciendo.
Poco a poco se irá atenuando esta “mamitis” a medida que vayan se vayan superando algunas situaciones como:
• Ansiedad generalizada ante una eventual separación de la mamá, aunque sea por ratos cortos (salir de compras, ir a trabajar, realizar algún trámite).
• Miedo a las novedades. La mamá es todo su mundo, por lo que si ella no está el niño se siente perdido e inseguro.
• Falta de noción del tiempo, por lo que no logra entender que el alejamiento de la mamá es solo momentáneo.
¿Cómo actuar?
Sobre todo, con paciencia y mucho cariño. Es importante que ambos padres se pongan de acuerdo en el plan de acción, ya que estos comportamientos pueden desencadenar reproches y enfados en la pareja. Lo primero es averiguar por qué el pequeño tiene esa actitud: ¿quiere imponer su voluntad como parte del desarrollo de su autonomía o simplemente necesita seguridad? Habrá que adaptar la solución dependiendo de la respuesta a estas preguntas, siempre tratando de fomentar la autonomía personal y seguridad en sí mismo.
La dependencia y la sobreprotección son normales en esta etapa del crecimiento, pero hay que tener mucho cuidado porque un exceso de ambas puede desembocar en niños que no manejan bien sus emociones.
Algunos consejos:
• Mediante el juego, puedes ir poniendo distancia entre el pequeño y tú. Cada uno en una habitación, mientras le hablas con cariño, puedes hacerle entender poco a poco que, aunque no te vea, no significa que desapareciste.
• Evita exasperarte, ya que si te pones nerviosa el bebé lo nota y puede ser contraproducente.
• El entorno debe comprender que no es que la guagua los rechace. Los tatas suelen tener dificultades para aceptar que no quieran irse con ellos, por lo que deben entender que aún se sienten inseguros y necesitan estar cerca de los padres.
• Si la guagua no acepta hacer nada con el papá, pueden fomentar las actividades cotidianas haciéndolas entre ambos, dejando que sea el papá quien tome las iniciativas entre juegos y risas. Es importante que los papás se involucren.
• En las separaciones, en la medida de lo posible, hacerlas de manera gradual, primero con pequeñas separaciones no traumáticas, asociadas a actividades que le gusten al niño. Despídete siempre de él con una sonrisa y dile que vas a volver pronto con un tono tranquilo y firme, sin alargar excesivamente el momento.
• Puedes usar pequeñas recompensas, idealmente no mediante alimentos sino más bien pequeños juguetes seguros o mediante actividades entretenidas.
• Si el problema persiste, mejor acude a un especialista para que te oriente con las pautas que debes seguir.