Depresión infantil: ¿Qué es y cómo sobrellevarla en el ámbito familiar?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 53La tristeza no escapa a nadie. En algún momento, tanto niños como adultos podemos llegar a sentir infelicidad y, aunque en la mayoría de casos la recuperación de este estado de ánimo es rápida, en otros puede llegar a desarrollarse un cuadro depresivo.
La depresión es una alteración del estado de ánimo, una enfermedad grave y común que afecta física y mentalmente en el modo de sentir y pensar. Puede causar ansiedad, pérdida del sueño, del apetito, falta de interés en realizar actividades, deseos de alejarnos de la familia, amigos, trabajo, escuela… Y los niños son más vulnerables, ya que por su falta de madurez emocional y no saber manejar adecuadamente sus emociones, no siempre saben describir lo que sienten.
Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, se estima que un 3% de la población infantil sufre depresión, correspondiendo al 10% a 15% de las consultas de psiquiatría infantil. Presenta los mismos criterios diagnósticos que los de la población adulta, pero existen diferencias en cuanto a su expresión. El comienzo de la depresión puede ser súbito o gradual y puede ser difícil de detectar porque el niño puede padecer, al mismo tiempo, otros trastornos como ansiedad o hiperactividad.
Diagnóstico
Para establecer el diagnóstico de depresión infantil, la duración del episodio debe tener al menos dos semanas de evolución y deben presentarse al menos dos de los siguientes síntomas:
- Humor diferente. Su estado de ánimo es deprimido o irritable. Los más pequeños no saben describir cómo se sienten y suelen aquejarse de molestias físicas imprecisas. Suelen mostrar cara triste o mantener escasa comunicación visual. En ocasiones, el estado de ánimo irritable se puede manifestar con conductas agresivas o acciones que demuestren hostilidad o rabia.
- Pérdida de interés hacia el entorno o incapacidad para disfrutar de alguna actividad que antes los animaba.
- Falta de energía, de ganas.
- Pérdida de confianza y autoestima con claro sentimiento de inferioridad.
- Ideas autodestructivas, realizando acciones en las que el pequeño corre riesgos de forma reiterada, o adopta comportamientos autolesivos.
- Incapacidad de tomar decisiones o concentrarse, desarrollando un bajo rendimiento escolar.
- Actividad psicomotriz agitada o inhibida.
- Alteraciones del sueño.
- Variaciones de peso.
- Molestias corporales como dolor de cabeza o de guatita.
Causas de la depresión infantil
Existen distintas variables que pueden estar presentes en la aparición de la depresión infantil. Éstas son:
Causas biológicas: factores hereditarios, bioquímicos, hormonales y neuronales.
Causa estacional: se piensa que la cantidad de luz asociada con los cambios de las estaciones afecta al estado de ánimo de algunos niños, lo que se conoce como trastorno afectivo estacional.
Causas psicológicas: pérdida de seres queridos, malas relaciones entre padres e hijos, problemas de autoestima, etc. Puede ser que el niño no se sienta querido por su familia y esto lo generaliza a los demás. En algunos casos esta sensación responde a un sentimiento real (por ejemplo, los padres expresan que no cumple sus expectativas), mientras que en otras no es cierto, a pesar de que el pequeño así lo entienda.
Causas del entorno: la presión a la que los niños están sometidos, el estrés, la tensión, etc. Puede que el estilo educativo sea excesivamente estricto, afectando el rendimiento escolar y esto conlleve a una depresión, la pérdida de alguno de los padres por fallecimiento o divorcio, un estilo de crianza muy exigente y perfeccionista, sufrir acoso escolar o estar sometido a bullying en el colegio, un desengaño amoroso, etc.
Tratamiento de la depresión infantil
Cada niño es un mundo, por lo que el tratamiento debe ser individualizado, adaptándolo a la situación del niño y a su fase de desarrollo. Además, será indispensable que los padres se involucren, así como todo su entorno familiar, social y escolar.
En los casos de depresión leve o moderada, situación que debe valorar el especialista en salud mental o tu pediatra, el tratamiento podría iniciarse únicamente con terapia psicológica aplicando técnicas cognitivo-conductuales, es decir, métodos que le permitan al menor identificar y corregir la forma en que el mismo interpreta determinados acontecimientos que ocurren a su alrededor, para poder modificar su reacción emocional ante éstos. Por ejemplo, cómo evalúa su comportamiento, cómo interpreta una crítica de sus padres o amigos, aprender a decir que no, etc. Si el pequeño no responde a la terapia o su diagnóstico se califica como grave, se puede incluir en el tratamiento algunos fármacos antidepresivos.
Y como decíamos, es indispensable la implicación de los padres, a quienes se les informará de las directrices que deben mantener en su relación con el pequeño con depresión. Es importante cambiar los criterios rígidos y autoritarios en la crianza, y adoptar una actitud de diálogo y respeto hacia las emociones del niño, demostrando cariño y expresión clara de los sentimientos.
Esto permitirá que el pequeño con depresión pueda manifestar sus emociones y desahogarse.
Cómo ayudar a superar la depresión de tu hijo
- Si tu hijo tiene baja autoestima y se critica a sí mismo en exceso, elógiale frecuentemente y pon en duda las críticas que él mismo se hace, señalando sus pensamientos negativos.
- Ante los sentimientos de culpa, ayúdale a discernir entre los acontecimientos que él puede controlar y los que no.
- Mantén una rutina y trata de conseguir una estabilidad familiar. En caso de que se produzca algún tipo de cambio, avísale con anticipación para reducir sus preocupaciones y explicarle que él no es el responsable de estos cambios.
- Haz que tu hijo hable de sus sentimientos. Puedes pedirle que anote sus pensamientos positivos y placenteros, así poco a poco irán aumentando.
- Trata de planificar una actividad interesante cada día, o planificar algún evento para tratar de aumentar su interés y eliminar su sensación de tristeza.
- Si presenta problemas de apetito, no le obligues a comer. Sin embargo, puedes preparar sus comidas favoritas para que se interese en ellas e incluso pedirle que te acompañe a prepararlas.
- Mantén un horario constante para dormir y participa con él en actividades relajantes como leer o escuchar música suave.
- Si siente agitación e inquietud, enséñale técnicas de relajación.
- Ante los comportamientos agresivos, rechaza la conducta destructiva de manera amable pero firme. Estimúlale a que exprese sus sentimientos de ira apropiadamente y no reacciones de la misma forma.
- Permanece alerta ante señales que hagan pensar que puede atentar contra su vida, y en caso de sospecha, busca rápidamente ayuda profesional.
Depresión en los progenitores
La situación emocional de los padres afectará al desarrollo emocional de los hijos. Los síntomas depresivos pueden hacer que las mamás y papás sean más propensos a la fatiga, se irriten con mayor facilidad y tengan una mayor tendencia a discutir con sus hijos o frente a ellos. Esto puede dar lugar a pautas de crianza inadecuadas, en ocasiones demasiado hostiles o con carencias afectivas y emocionales.
Por otro lado, es probable que los niños reaccionen de la misma forma que lo hacen sus padres, ya que aprenden por imitación. Por ello, pueden adoptar una visión negativa del mundo y de la realidad que les rodea, reproduciendo las actitudes depresivas del papá o la mamá.
La depresión afecta a la capacidad de guiar, apoyar y proteger a sus hijos, ya que la estabilidad emocional es fundamental para dar sensación de seguridad y confort en los niños. Muchas veces la depresión de los papás provoca que éstos desatiendan las demandas de los hijos, o lo hagan en menor medida, por lo que el vínculo de apego seguro puede verse entorpecido, ya que suelen hacer poco contacto visual con los niños, no sonríen demasiado, no demuestran lo suficiente el afecto o lo demuestran de forma negativa.
Las conductas irritables de los padres con depresión, hacen que aumente la probabilidad de que los hijos reproduzcan estos mismos patrones de conducta depresiva.
Es fundamental que tanto el papá como la mamá con depresión reciban tratamiento psicológico, ya que de los cuadros depresivos no se puede salir solo, sino que se necesita el apoyo de profesionales que den el apoyo y orientación necesarios para su superación y entreguen las herramientas y habilidades para contenerla y superarla.
Depresión posparto
Después de tener un bebé, algunas mujeres experimentan fuertes sentimientos de tristeza, ansiedad (preocupación) y cansancio que duran mucho tiempo después de dar a luz. Es lo que se conoce como depresión posparto. Suele comenzar entre la primera y tercera semana después de haber tenido a la guagua.
No se sabe con certeza cuáles son las causas, y puede sucederle a cualquier mujer. Los niveles hormonales cambian después del embarazo y pueden dar lugar a la depresión posparto. Las hormonas son sustancias químicas del cuerpo, y algunas de ellas ayudan a controlar las emociones y el estado de ánimo. Durante el embarazo, el cuerpo tiene altos niveles de las hormonas estrógeno y progesterona, pero en las primeras 24 horas después de dar a luz, esas hormonas regresan rápidamente a sus niveles normales. Esa caída rápida en los niveles hormonales puede conducir a la depresión posparto. Los bajos niveles de hormonas tiroideas también pueden dar lugar a esta depresión. La tiroides es una glándula en el cuello que ayuda al cuerpo a usar y almacenar la energía proveniente de los alimentos.
Existen algunos factores que pueden hacer que una mujer sea más propensa que otra a padecer depresión posparto:
- Tener menos de 20 años.
- Haber padecido anteriormente depresión posparto, depresión grave u otro trastorno del estado de ánimo en el pasado.
- Tener historial médico familiar de depresión.
- Haber tenido recientemente eventos estresantes (embarazo o parto difícil, muerte de un ser querido; enfermedad de algún familiar o ser querido; problemas de pareja; poco apoyo o de red familiar; problemas económicos; embarazo no planeado o no deseado, violencia intrafamiliar, etc.).
- Haber tenido un bebé con problemas de salud.
Los pensamientos y sentimientos negativos sobre la maternidad también pueden conducir a la depresión posparto, ya que transformarse en mamá puede ser abrumador para algunas mujeres.
¿Cuáles son las señales de la depresión posparto?
- Cambios en los sentimientos. Si la mamá se siente deprimida la mayor parte del día; si se siente avergonzada, culpable o fracasada; si siente pánico o temor gran parte del tiempo, o, si tiene cambios serios de estado de ánimo.
- Cambios en la vida diaria: poco interés en las cosas que normalmente le gustaba hacer, cansancio permanente, comer mucho más o mucho menos de lo que le era habitual, aumentar o disminuir de peso, dificultades para dormir o hacerlo en exceso, problemas para concentrarse o tomar decisiones.
- Cambios en la forma de pensar sobre sí misma o el bebé: problemas para crear un vínculo afectivo con el bebé, pensamientos de dañarse a sí misma o al bebé, o pensamientos suicidas.
Es importante que, ante estas señales, se tome contacto de inmediato con un profesional de la salud, ya que su orientación ayudará a que la afectada se sienta mejor. Mientras antes sea detectado y tratado, mejores serán los resultados.
Algunos tratamientos pueden ser:
- Psicoterapia. Son sesiones con un profesional de salud mental para hablar de lo que siente y le preocupa. Le ayudará a entender lo que siente, a entregar herramientas emocionales para resolver problemas y a sobrellevar su vida diaria.
- Grupos de apoyo.
- Medicamentos como antidepresivos o estrógenos.