PADRES Y CRIANZA: ENTREGANDO A LOS NIÑOS LO MEJOR DE CADA UNO
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 51No es fácil ser mamá o papá. Al enterarnos de la llegada de un nuevo miembro a la familia son muchas las dudas que surgen, sobre todo si se trata de padres primerizos. A medida que transcurre el embarazo, ese momento que habíamos soñado como perfecto -el nacimiento y los primeros días-, se transforma en nervios, inseguridades y mucho cansancio.
¿Cómo afrontarlo? Años atrás nos refugiábamos en parientes con más experiencia, como las madres y abuelas, por ejemplo. Hoy, a ese apoyo le sumamos toda aquella información que nos proporciona el pediatra, y la que podemos extraer de la web y la literatura.
Con todo esto, vamos aprendiendo e intentamos hacer lo mejor posible en cada uno de los aspectos que involucra la crianza de nuestros pequeños. Existen muchas teorías y tendencias, unas más y otras menos aconsejables de poner en práctica. A continuación te exponemos algunas de ellas, las que nos parecen más aconsejables,para que puedas comenzar de la mejor forma el hermoso proceso de crianza, que asusta un poco, sí, pero que es simplemente hermoso. Te ofrecemos nuestra mirada desde la ciencia y el cariño.
La importancia del apego
El apego es un lazo afectivo entre un bebé y quien lo cuida, habitualmente la madre y el padre, que facilita enormemente un desarrollo saludable. Este vínculo afectivo no solo hace referencia al cariño, sino también a la manera en que puedes acoger, contener y calmar al pequeño cada vez que éste siente algún malestar. El lazo se desarrolla entre los primeros meses y el año de vida y, normalmente, el bebé escogerá una, dos o tres personas (mamá, papá u otro adulto a cargo) como figuras de apego.
Existen apegos que son de tipo “seguros” y otros que son “inseguros”. Los apegos del tipo seguro se relacionan con niños de mejor desarrollo, más felices y que se convierten en adultos con mejores capacidades, mientras que los apegos de tipo ansioso y desorganizado, se relacionan más con trastornos del desarrollo, riesgo de maltrato y negligencia en los cuidados hacia los niños.
El apego seguro proporciona un mejor desarrollo psicológico, social y emocional. El vínculo de apego del bebé, será una guía para las relaciones que establezca en un futuro, desarrollando sentimientos de seguridad, autoestima y capacidad para enfrentarse al mundo. Las capacidades en el colegio de niños criados con apego seguro se desarrollan mejor que en niños con apego inseguro. Por lo tanto, hay un efecto positivo a nivel de su desarrollo cognitivo, especialmente en lo que se entiende como “inteligencia emocional”, es decir, aquello que le permitirá enfrentar y superar de mejor manera los desafíos a los que se enfrente a lo largo de su vida.
Para lograr un apego seguro, ya desde el embarazo y luego en el hospital o clínica, lo más importante es que la madre se sienta acogida y valorada. Esto parte en la familia y también es importante en la atención de salud. En controles de embarazo, se debe otorgar la seguridad y confianza suficiente para que pueda referirse a sus temores y mencionar sus inquietudes a los profesionales que la guían en la etapa de preparto y postparto inmediato. Al momento del nacimiento, es muy importante no separar al recién nacido sano de la madre, para que inicien contacto piel a piel de inmediato y lo mantengan. Asimismo, también es muy importante que el padre esté presente durante el nacimiento, que tome al niño y que lo acaricie y le demuestra a la madre su interés por su salud y en apoyarla en sus necesidades.
El apego es un proceso, un camino que se va construyendo día a día y se desarrolla entre el bebé hacia su madre, padre o cuidador, ya que busca protección del adulto que lo atiende. Y la forma en que se satisfacen las necesidades del pequeño para contenerlo y calmarlo, será la que determine la calidad del apego (seguro o inseguro).
Durante sus primeros meses, el bebé suele emplear el llanto para señalar que tiene un malestar o que necesita algo. Al principio te costará distinguir qué es lo que quiere, pero poco a poco irás comprendiendo lo que te quiere comunicar y lo que debes hacer para responder sus necesidades.
El rol del padre
Para fomentar el apego con la figura paterna, se recomienda que el padre asista a todos o la mayor cantidad, de los controles prenatales. Es muy bueno que esté presente durante las ecografías, para generar un lazo profundo al ver al niño y al escuchar los latidos de su corazón. De esta forma, el papá se sentirá más empoderado e involucrado cuando el bebé nazca y, a medida que se familiarice con él, aprenderá también a calmarlo cuando lo necesite y a estimularlo a descubrir su entorno en un contexto de amor y seguridad. La figura paterna proporcionará herramientas distintas y variadas, complementarias a las de la mamá, ya que la forma en que el papá calma al pequeño es distinta a la de la mamá.
También es importante que participe en las tareas que tengan que ver con el cuidado y crianza del bebé. Así, el padre validará su filiación y se sentirá confirmado en su rol paterno, ya que su participación en la crianza contribuye al mejor desarrollo del niño. Asimismo, es importante que le transmita a la mamá su cariño, su compromiso y asuma roles de cuidado del hogar de manera de dejar tiempo libre a la mamá para pasar con su hijo.
Entonces, el apego paterno es el reflejo no solo de una relación padre y bebé enriquecida, sino que también ayuda a manejar los conflictos de pareja y familiares mediante la delegación de roles. Además, reduce el estrés de la madre al permitirle tener un espacio para ella cuando el padre se hace cargo del bebé.
Lactancia materna, clave en el desarrollo del bebé
La lactancia materna es el alimento óptimo para el recién nacido humano. Ningún alimento es mejor para el bebé que la leche materna, ya que contiene todos los nutrientes que tu hijo requiere. Ésta es una de las muchas razones por las que es bueno que puedas amamantar a tu pequeño. A medida que nuestro hijo va creciendo, la leche se va adecuando a sus necesidades, además siempre está lista, protegida de gérmenes y a la temperatura adecuada.
La leche materna mantiene en óptimas condiciones el sistema de defensas del bebé, por lo que alimentarlo con el pecho también lo protegerá de enfermedades: tiene menos problemas respiratorios, digestivos, otitis o alergias y, en caso de padecerlos, serán mucho más leves. Y no solo eso, también favorece la calcificación de sus huesos y futuros dientes y estimula un buen desarrollo facial. Además, será más activo y tendrá un menor riesgo de desarrollar obesidad y diabetes.
La experiencia de ser amamantado le facilita a tu hijo ganar y desarrollar apego temprano, lo que le da confianza, consuelo y seguridad. Esta estrecha relación que el niño establece con su madre le ayudará en sus relaciones afectivas en el futuro ya que le entrega fortalezas psicológicas para explorar y conocer el mundo con más confianza.
Por último, la leche materna permite que tu hijo adquiera una flora intestinal, la Microbiota, que le ayudará a que su tubo digestivo y todo su metabolismo funcione de mejor manera, facilitando una mejor salud global.
¡También la mamá se beneficia de la lactancia!
Pero los beneficios no son solo para el bebé. Para ti, mamá, dar pecho te brinda también muchas y grandes ventajas:
• Facilita el proceso de apego con tu bebé y reduce los niveles de estrés gracias a la producción de unas hormonas llamadas oxitocina y prolactina, las que además disminuyen el riesgo de depresión post parto, favorecen una visión más optimista de la vida y te brindan felicidad.
• Te ayuda a recuperar el peso que tenías antes del embarazo. Se calcula que si das pecho exclusivo, quemarás unas 500 calorías extra diarias.
• La lactancia inhibe la ovulación, por lo que disminuiría la probabilidad de un embarazo muy cercano al que recién tuviste. Además, el retraso del reinicio de la menstruación te ayuda a disminuir la pérdida de hierro, por lo que tendrás menos riesgo de padecer anemia.
• Al estar la leche siempre disponible y con la temperatura adecuada, facilita el trabajo de preparación del alimento, permitiéndote tener más tiempo para ti, para el resto de la familia y amigos.
• Te protege contra la osteoporosis y los cánceres de mama y de ovario.
¡Libre Demanda!
Es importante ofrecer el pecho siempre que el bebé lo requiera y todo el tiempo que necesite. A eso se le llama “Libre Demanda”. De esa manera estaremos seguros de que recibe todo lo que necesita: unas veces será alimento, otras calor, cariño o sensación de protección. El principal estímulo para la producción de leche es la misma succión del niño y el vaciado del pecho. Por ello, cuantas más veces mame, más cantidad de leche se producirá. En el fondo, la leche no se gasta, y cuanto más tome el bebé, más leche produce la madre.
Los signos más precoces de hambre son el cabeceo, sacar la lengua, llevarse las manos a la boca. Ese es el momento ideal para ponerlo a mamar. No es bueno esperar a que llore para ponerlo al pecho, ya que el llanto es un signo tardío de hambre y puede no ser fácil que se agarre al pecho hasta que se haya tranquilizado. El recién nacido sano que mama adecuadamente y a libre demanda, no necesita otros líquidos diferentes a la leche materna.
Dar pecho no duele: asegúrate que tu bebé aprenda un buen agarre. Si el bebé está bien acoplado, la lactancia no debería doler. La mayoría de los problemas se deben a errores en la técnica de lactancia, por una posición inadecuada, un agarre incorrecto o una combinación de ambos. Una buena técnica de lactancia evita la aparición de complicaciones como grietas y dolor, vacía correctamente el pecho y permite una producción de leche adecuada para cada bebé. Si tienes alguna de estas molestias, acude a tu pediatra o al Consultorio.
Para lograr un buen acople es importante que todo el cuerpo del bebé esté enfrentado a la madre, y que al abrir la boca introduzca gran parte de la areola, especialmente por la parte inferior (donde tiene la barbilla o pera) para que al mover activamente la lengua y hacer presión no lesione el pezón. Los signos que nos indicarán un buen agarre son: que el mentón del bebé toca el pecho, que la boca está bien abierta, el labio inferior está evertido (hacia afuera) y las mejillas estén redondas o aplanadas (no hundidas) cuando succiona. Además, se tiene que ver más areola por encima de la boca que por debajo.
Porteo seguro: más que simplemente cargar a tu bebé
Los coches para bebé existen apenas desde hace 200 años, por lo que el porteo ha sido la forma más común y antigua de trasladar a un bebé. Esta manera de desplazarte con tu guagua favorece el vínculo entre ambos, ayuda a la estimulación de su desarrollo y cerebro, favorece autoestima y, sobre todo, la seguridad del bebé.
En la actualidad existen diversos tipos de portabebés con distintas ventajas e inconvenientes. Cada sistema puede ser adecuado dependiendo de si se utiliza en las condiciones correctas ya que se debe tener en cuenta factores como la edad del bebé, que la persona porteadora no tenga problemas de espalda, de las características del desarrollo motriz del bebé e incluso, las distintas estaciones del año u hora del día. Además, no solo se debe valorar cómo el padre o la madre se coloca el portabebé, sino también la postura que adopta la guagua, sobre todo los recién nacidos.
Tipos de portabebés
La mochila ergonómica es uno de los sistemas más usados, aunque se suele cometer el error de colocarla demasiado baja, a la altura del cinturón y sin ajustarse en el tirante horizontal, de manera que implica una mala postura para el bebé, y también es causa de dolores de espalda para quien lo carga. Lo correcto es que el bebé quede a la altura de la mamá. Por otro lado, puede ser más seguro llevar al bebé en la espalda, ya que es más fácil ver el camino y evitar posibles caídas por falta de visibilidad, pero se obtiene menor contacto visual con el bebé.
Los fulares elásticos destacan por su firmeza y adaptabilidad, pero se debe tener muy presente la estación del año y las distintas propiedades termorreguladoras que ofrece cada tipo de material. También debe tener suficiente longitud para realizar correctamente los nudos, además de elegir los nudos efectivos según la edad del bebé. Un error común es no vigilar la correcta tensión del fular, ya que si queda demasiado flojo puede producirse una postura inadecuada para el bebé.
La bandolera de anillas es uno de los portabebé más sencillos de usar, pero existen determinados errores a tener en cuenta para lograr una mayor efectividad. Por ejemplo, se suele no ajustar bien la bandolera desde el principio y una incorrecta posición del anillo puede producir molestias en el pecho. Otras molestias pueden surgir si el plegado no reparte bien el peso en el hombro y si no se considera que el bebé, dependiendo de la edad, pueda querer adoptar posiciones poco tradicionales.
Como "ranita"
Ante todo, es importante tener presente dichos errores en cada uno de los tipos de porteo mencionados para que el bebé siempre mantenga la posición de "ranita", que es la aconsejable.
En esta posición, el bebé queda mirando hacia quien lo carga, de manera que su espalda se curve ligeramente formando una “C”. Así se protege el desarrollo de la columna y se activa el bloqueo cervical, que protege el cuello del bebé de posturas forzadas.
La postura de "ranita" hace referencia a cuando el bebé se encuentra con las piernas abiertas, alrededor de unos 45º respecto del eje corporal, y con unos 90º de apertura total entre las piernas, como abrazando la cintura de la mamá. Mientras, las caderas se encuentran flexionadas de manera que las rodillas quedan ligeramente más altas que las nalgas (por encima del nivel de su potito), dibujando una “M”. Esta postura nos garantiza que estamos haciendo buen uso del portabebés, siendo la postura óptima para el porteo, de manera que el peso es soportado por su cola y no por sus genitales, a la vez que sus extremidades inferiores no se chocan con las de la mamá.
Colecho: ¿es bueno o malo dormir con los papás?
No existe unanimidad en la comunidad científica respecto de este tema. Mientras algunos estudios de crianza apoyan dormir con los hijos (colecho), otros defienden que hay más peligros que beneficios. Todo dependerá, en gran parte, de la edad de los niños y de las condiciones familiares.
No es lo mismo que un recién nacido duerma con los papás, a que lo haga un niño de 8 años. Aunque parezca poco probable, aplastar al bebé o provocar su asfixia involuntaria son los principales riesgos por los que los pediatras desaconsejamos dormir en la misma cama con ellos antes de los 3 meses. También porque de esta forma se puede ver afectada la vida conyugal y, dependiendo de las condiciones, interferir con un sueño reparador.
Ventajas del colecho
• Facilita la lactancia nocturna. La mamá descansa mucho mejor ya que puede darle el pecho cuantas veces quiera sin tener que levantarse, haciendo que el amamantamiento sea algo más placentero. La lactancia nocturna es muy importante durante los primeros meses, ya que es cuando el organismo pone en circulación una mayor cantidad de prolactina, la hormona que estimula la secreción de la leche, lo que viene a traducirse en que, cuanto más pecho tome el bebé por la noche, más leche tendrá la mamá durante el día.
• Da tranquilidad a los papás, sobre todo a los primerizos, ya que es frecuente el tener que levantarse a mirar al bebé por temor a que no esté respirando bien.
• Parece que los bebés que duermen con sus padres duermen más (o se despiertan menos). Si cuando despiertan notan la presencia de sus padres, enseguida vuelven a dormirse, mientras que, si se encuentran solos, reclaman a sus padres como ellos saben hacerlo: llorando.
Desventajas del colecho
• Riesgo de aplastar o producir lesiones en recién nacidos y lactantes pequeños
• No todos los papás logran descansar cuando duermen con sus hijos, ya que éstos se mueven mucho durante la noche, dan patadas, se despiertan, etc.
• Pérdida de la intimidad de la pareja.
• Puede aumentar el riesgo del síndrome de muerte súbita (SMS).
En resumen, como Sociedad Chilena de Pediatría, recomendamos lo siguiente:
1. La forma más segura de dormir para los lactantes menores de seis meses es en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres. Existe evidencia científica de que esta práctica disminuye el riesgo de SMS en más del 50%.
2. La lactancia materna tiene un efecto protector frente al SMS y, por otro lado, el colecho es una práctica beneficiosa para el mantenimiento de la lactancia materna, pero también se considera un factor que aumenta el riesgo de síndrome de muerte súbita, por lo que NO debe ser recomendado en:
• Lactantes menores de tres meses de edad.
• Prematuros y con bajo peso al nacimiento.
• Padres que consuman tabaco, alcohol, drogas o fármacos sedantes.
• Situaciones de cansancio, especialmente de cansancio extremo, como el postparto inmediato.
• Colecho sobre superficies blandas, colchones de agua, sofá o sillones.
• Compartir la cama con otros familiares, con otros niños o con múltiples personas, lo que se llama hacinamiento, condición indeseable desde el punto de vista de la salud pública.
El ideal: la crianza respetuosa
En Chile y en el mundo, hasta fines del Siglo XX, la educación y crianza se entendían como el proceso en que se conducía el comportamiento de los niños mediante las órdenes y la obediencia. En ese tiempo, no existía la concepción del niño como sujeto de derecho, por tanto, el castigo físico y psicológico era normal y socialmente aceptado. Algunos podrán recordar gritos, amenazas, correazos, el miedo al castigo o la autorización que se daba a los profesores para aplicar castigos físicos. Este estilo de crianza se denomina AUTORITARIO; hay un alto nivel de control y de exigencias y bajos niveles de comunicación y afecto explícito con hijas e hijos. Estos padres y madres le imponen al hijo lo que debe hacer y no dan opciones para escoger, y son muy críticos de los niños que no satisfacen estos criterios. Estos hijos no desarrollan adecuadamente el pensamiento autónomo ni entienden las razones tras las exigencias, tienden a estar más inconformes, a ser retraídos e inseguros, y repiten este patrón con sus propios hijos.
Otro estilo de crianza que estuvo en boga en los años 70 es el PERMISIVO, padres y madres con un nivel bajo de control y exigencias hacia los niños, con un alto nivel de comunicación y afecto, y el dejar hacer. Tienen una actitud positiva hacia el comportamiento del niño, aceptan sus conductas y usan poco el castigo, no establecen límites ni tienen expectativas claras de comportamiento para sus hijos, y tienden a aceptarlos de manera cálida. Consultan al niño sobre decisiones; no exigen responsabilidades ni orden. Los padres permisivos otorgan muchas opciones aún cuando el niño no esté capacitado todavía para tomar una buena decisión. Muchas veces, esto ocurre porque los padres se sienten incapaces de cambiar el mal comportamiento, u optan por no involucrarse. Sus hijos tienden a retrasar aspectos del desarrollo del comportamiento, tienen menor capacidad de autocontrol y menor interés en explorar. Cuando hay padres y madres inseguros de sus roles, como vemos en la actualidad, este modo de crianza prevalece en el mal entendido que poner normas o límites puede interferir en el desarrollo del menor lo que es exactamente al revés, ya que favorecer la aceptación de ciertos límites ayuda al menor a estar preparado para explorar.
Otro estilo es el NEGLIGENTE, madres y padres que desatienden las necesidades del niño o niña, son despectivos, fríos, no imponen límites, dejan que sus hijos hagan lo que quieran, porque no tienen la energía suficiente para conducirlos. Se parecen al estilo permisivo, pero se diferencian en la poca atención a las necesidades de los hijos y las escasas muestras de afecto que les brindan. Los niños son emocionalmente retraídos, y esto puede conducir a deserción escolar y delincuencia; serán inmaduros emocionalmente y rebeldes. Los hijos sentirán que hay cosas más importantes que ellos para sus padres, y tendrán un peor rendimiento académico, muchas conductas externalizadas (rabietas) y se convertirán en adolescentes hostiles, egoístas y carentes de metas a largo plazo.
Por último, el estilo más adecuado sería el DEMOCRÁTICO O ASERTIVO, caracterizado por altos niveles de comunicación, afecto, control y exigencias. Son padres y madres afectuosos que refuerzan el comportamiento, evitan el castigo y son sensibles a las peticiones de atención. Pero no son indulgentes, sino que dirigen siendo conscientes de los sentimientos y capacidades de cada niño o niña; explican razones y evitan aceptar conductas o favorecer acciones que consideran negativas y plantean exigencias e independencia en un ambiente de cariño, pero de consistencia.
Este estilo evita decisiones arbitrarias, existiendo un elevado nivel de interacción verbal, explicación de razones cuando se dictan normas. Los padres marcan límites y ofrecen orientaciones a sus hijos, están dispuestos a escuchar sus ideas y a llegar a acuerdos con ellos. Así, ayudan a los niños a aprender a valerse por sí mismos y a pensar en las consecuencias de su comportamiento. Los hijos se sienten seguros porque saben que sus padres los quieren y porque saben lo que se espera de ellos. En edad de preescolar, los hijos de estos padres tienden a confiar más en sí mismos y a controlarse, manifiestan interés por explorar y se muestran satisfechos.
Con los años y estudios en el área, hemos llegado a lo que se denomina “crianza respetuosa”, es decir, considerar a cada niño o niña como sujetos de derecho y no una posesión. Así, pasamos de un modelo que imponía conductas en la enseñanza a un modelo constructivista, es decir en el que el niño va desarrollando a conciencia su propio ser, guiados y acompañados. Esto no quiere decir que los niños hagan lo que quieran; se requiere de límites claros, un rayado de cancha muy nítido, y que estos límites sean de común acuerdo entre los padres o cuidadores, entregados en un ambiente donde el cariño sea el motor principal.
Esto último requiere entonces que, desde el comienzo, o sea antes de la concepción, sea la pareja la que decida cuando tener hijos, cómo los quiere educar y hacerse cargo ambos, responsablemente, de todo lo que ello conlleva. De ahí la importancia en las políticas públicas de entregar facilidades para el desarrollo de estas herramientas a los padres y madres y, en los colegios, la importancia de enseñar una sexualidad responsable, que prevenga embarazos en condiciones que no faciliten el nacimiento de un hijo que estará expuesto con mayor probabilidad a estilos de crianza menos adecuados.