Niñas y niños: los roles de género durante la infancia
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 25Cuando educamos a nuestros hijos, queremos inculcarles valores y pautas de conducta que estén aceptadas socialmente. Hoy día, resulta muy difícil mostrar a los más pequeños el gran problema de la desigualdad de género entre hombres y mujeres, y tratar de inculcar valores que transmitan que todas las personas, aunque somos diferentes, tenemos los mismos derechos.
Al interior de las familias es donde se perpetúan los roles que la sociedad ha establecido para hombres y mujeres. Está demostrado que las diferentes actitudes y comportamientos que se inculcan tienden a potenciarse: en las niñas la sensibilidad, el miedo, la obediencia, la dependencia y la afectividad; mientras que a los niños se les fomenta la agresividad, competitividad e independencia.
¿Qué podemos hacer para evitar las etiquetas?
Para empezar, se debe dejar de utilizar un lenguaje negativo que pueda provocar estragos en la formación de una persona bloqueando su seguridad, aumentando la culpabilidad y destruyendo su autoestima. Por lo tanto, se debe evitar decir frases como “cada día lo haces peor”, “todos(as) ustedes son iguales”, etc.
Cada niño o niño tiene su propia personalidad, distinta, independiente y libre. Debes aprender a aceptar su individualidad y enseñarle, permitirle ser él o ella mismo/a, a dejarle seguir su camino y su vocación.
Tus hijos, hasta los seis o siete años de edad, poseen un comportamiento moral denominado “heterónomo”, es decir, su motivación para hacer las cosas de determinada forma, es mediante la repetición de cómo lo harían papá o mamá, ya que lo que dicen los papás, son “verdades absolutas” para ellos. Por lo tanto, debemos reflexionar sobre los efectos que producen las respuestas de nuestros hijos en nuestras propias conductas y actitudes negativas, como los insultos o las formas violentas. Conforme se hacen mayores, van comprendiendo mejor por qué es importante actuar de cierta manera y no de otra, pero siguen guiándose por lo que ven en casa, especialmente hasta los doce años. De ahí la tremenda importancia de educar a los niños a través del ejemplo, para desarrollar una adecuada integración con su entorno. Así es que, como siempre, hay que predicar con el ejemplo.
No debemos:
• Aplicar parámetros diferenciales según el sexo de nuestro hijo o hija: lo que es bueno o malo para uno, también lo es para el otro, aunque sean de género diferente.
• Dejar abandonados a nuestros hijos sin mostrarles normas precisas y claras para que les guíen y les proporcionen seguridad.
• Ejercer la educación por la fuerza y a nuestro antojo de forma autoritaria o caprichosa.