Violencia entre niños: ¿cómo enfrentarla?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 44Uno de los principales valores que hay que enseñar a nuestros hijos, es la importancia de la no violencia. Hacer daño intencionadamente a otro es algo que no podemos permitir, y desde bien pequeñitos hay que inculcarles que es malo agredir a otro niño. Sin embargo, casi todos los niños han pegado a otro alguna vez. Y ésta puede ser una conducta normal en la medida que sea una acción esporádica, porque la agresividad es una inclinación básica del ser humano, que forma parte del instinto de conservación, necesario para sobrevivir. Pero que sea una conducta normal, no quiere decir que debamos motivarlos a agredir o permitirles que lo hagan. Al contrario, debemos enseñarles a manejar sus emociones y controlar sus reacciones.
Ya desde el momento en que nacen, demuestran su molestia:
• De 0 a 1 año. Cuando no les dan la “papa” a la hora que corresponde, la guagua llora con tristeza y también con enojo. Y ya hacia los 9 meses, puede aparecer la auto-agresión, dándose cabezazos contra la pared, o pegándose a sí mismo por frustración o enojo.
• De 1 a 2 años. Se enojan cuando no logran lo que quieren y viven sus primeras rabietas. Pueden intentar agredir a sus padres, cuidadores o a otros niños, pero lo hace por frustración o enojo, no con la intención de dañar.
• De 2 a 4 años. Desde esta edad la agresividad ya puede aparecer con el propósito de hacer daño.
• De 4 a 5 años. Saben que golpear no está bien. Pueden exteriorizar su agresividad o interiorizarla. En este caso, si no es bien manejada, la rabia y frustración puede esconderse tras retrocesos en su desarrollo, cambios de ánimo, trastornos del sueño o problemas de control de esfínteres.
¿Cómo defenderse?
Puede pasar que tu pequeño no manifieste actitudes violentas, pero sí se puede dar el caso de ser el que recibe un trato violento o agresiones de parte de otros, y ¿cómo le enseñamos a defenderse sin usar la violencia? Que no le dejen jugar, que se burlen de él, le quiten los juguetes, le hagan el vacío... son situaciones bien desagradables que no deseamos para nuestros hijos, pero muchas veces se dan y no son siempre evitables, por lo que debemos enseñarles a enfrentarlas y resolverlas de forma adecuada y sin responder con la misma moneda.
Debemos enseñarles a que se defiendan sin agresiones, ya que si promovemos conductas violentas estaríamos justificando que recurran a los golpes cuando alguien haga o diga algo que les moleste. La violencia existe y no podemos evitar que nuestros hijos se expongan a ella, por lo que la mejor manera de actuar es enseñándoles a resolver los conflictos de forma tranquila y respetuosa, así como enseñarles a respetar a los demás y tratarlos siempre tal y como les gustaría que les trataran a ellos.
Algunos consejos
• Escucha a los niños cuando cuenten lo que les ocurre en la escuela y pregúntales cómo han resuelto el conflicto. Si dice que también ha empujado o pegado, debes
corregirle sin retarle y ofrecerle otra manera de haber resuelto el conflicto, enseñándole a expresar verbalmente con claridad y firmeza lo que piensa. Es decir, ofrécele modelos y estrategias de resolución de problemas alternativos a la violencia o agresión.
• Ten en cuenta las emociones del niño, ayúdale a identificar qué siente cuando le ocurre eso (tristeza, rabia, angustia), y ayúdale a gestionarlas. Es importante que aprenda a manejarlas y expresarlas, ya que la rabia acumulada conduce a conductas agresivas y la tristeza o la angustia favorecen el retraimiento y la baja autoestima.
• Ayúdale a cultivar una buena autoestima, hacerle sentir seguro de sí mismo y que se valore: alaba sus logros e incentívalo a superar obstáculos.
• Debes enseñarle a que, muchas veces, la mejor forma de que nos dejen en paz es hacerse valer y enfrentar los problemas con diálogo. Puede que a tu hijo el hacer eso le asuste o le dé miedo, por eso puede ser útil ensayar antes en casa, ponerlos en alguna situación imaginaria parecida y que practiquen.
• Ignorar a quien molesta o retirarse de su cercanía también puede ser una buena herramienta, ya que el objetivo es conseguir que el agresor no reciba atención y como no consigue el provocar molestia, terminará dejándolo en paz.
• Enséñale a pedir ayuda cuando se sienta agredido por otro niño, sin hacerle sentir que esa actitud significa ser un “acusete” o un cobarde.